En sí misma, la voluntad no tiene control. Como una energía potencial, se activa al ser utilizada. Es como la electricidad, que por medio de mecanismos se conduce al objetivo deseado.
Las técnicas, el entrenamiento y el ideal son factores que liberan fuerzas poderosas para lograr conseguir las metas y superar todos los obstáculos. Además, la tenacidad, la convicción y la resolución son elementos que junto al entrenamiento permiten construir y desarrollar una férrea voluntad.
Con respecto a la voluntad, también debemos tener en claro que su aplicación depende del conocimiento de las cosas. Si actuamos sin un conocimiento real de las cosas, podríamos afirmar que no es totalmente seguro que esas acciones obedezcan a la voluntad. Estaremos haciendo lo que sabemos; ahora bien, ¿estaremos realmente sabiendo lo que hacemos?
El entrenamiento metódico, permite cortar con los condicionamientos heredados e influir de manera significativa en el curso de nuestras vidas, recuperando plenamente la confianza en nosotros mismos y un estado de más libertad. Nos dota de un mayor alcance de visión, permitiendo que podamos hacer, con voluntad y claridad.
Aquí es muy importante destacar la importancia que tiene el pensamiento: una fuerza que puede construir o destruir, de acuerdo con la forma en que sea utilizado.
Para definir el poder de los pensamientos, no hay mejor síntesis que la siguiente frase del escritor DeRose: Los pensamientos son como piedras: construyen, entierran o matan.