El poder de la virtud

Cuando se menciona laplatón y discípulo palabra virtud, parece conducirnos a un terreno de poca practicidad. A la mayoría le trae reminiscencias de filósofos y culturas antiguos, en los cuales las especulaciones teóricas buscaban dar respuesta a las inquietudes existenciales. En nuestro tiempo de velocidad y creciente ansiedad por alcanzar resultados rápidos, no parece algo que interese demasiado.

Sin hacer juicios de valor comparando tiempos pasados y presentes, siento la necesidad de rescatar con urgencia la importancia de las virtudes, analizándolas desde una visión pragmática y superadora para aquél que las incorpora a su vida cotidiana.

Tengamos en cuenta que virtud deriva del latín virtus y significa conjunto de cualidades propias de la condición de hombre. También fuerza, vigor o valor, y como sentido derivado, perfección moral.

Si partimos de la etimología de la palabra podemos deducir que incorporar y sostener una virtud es un acto de fuerza y valor que colocará al que se conduce de forma virtuosa por encima de las situaciones cotidianas que debe enfrentar. Puedo aseverar por experiencia propia que vivir y relacionarse respetando valores y conceptos virtuosos generará menos complicaciones en nuestros días.

¿Cómo podemos definir las virtudes que son propias de las cosas y de los hombres? Trataré de ejemplificarlo basándome en una inteligente comparación de André Comte-Sponville al decir que la virtud de un cuchillo es cortar bien, independientemente de la mano que lo sostenga o del objeto que pretenda cortar… ¿Y qué pasa con nosotros, los humanos?

Bien, este es el punto. Debemos diferenciar el hecho biológico de ser homínidos del hecho cultural y comportamental de ser humanos. Nuestro compromiso es avanzar hacia la humanización, y para ello precisamos incorporar valores esenciales que nos diferencien como especie y que, al comportarnos dentro de esos parámetros, nos permitan evolucionar individual y colectivamente, además de facilitar la convivencia.

Ya Aristóteles nos enseñaba que vivir dentro de los valores y virtudes es una disposición a hacer el esfuerzo para conducirnos bien. Sin embargo, estemos atentos para comprender que no se trata de un concepto teórico, sino de una incorporación práctica de esa disposición en cada cosa que realicemos.

Ya la disposición para hacer el esfuerzo de ser mejores marca una actitud positiva que influirá en nuestras conductas y, por consecuencia, en todos aquellos que integran nuestro entorno social.

Algunos pensarán que es una propuesta ingenua, presuntuosa o incluso mentirosa. Sin embargo, hay pocas cosas más gratificantes que ver a un hijo o a un alumno asumiendo actitudes virtuosas, y sentir la satisfacción de haber logrado transmitir valores por medio del ejemplo y la convivencia. Vale la pena, seremos más felices, más libres y humanos.

Edgardo Caramella

Consultor en Alta Performance

Método DeRose

1 comentario

  1. Matías

    ¡Estimulante artículo!

    Gracias 🙂