tolerancia (1)

Es habitual creer que la persona tolerante, tolera todo. Que es una especie de actitud pasiva. Sin embargo, no se debe confundir la tolerancia con la indiferencia o la simple complicidad. Lo mismo ocurre con supuestos tolerantes que pretenden obligar a los otros a soportar cosas que los dañan, mientras ellos egoístamente solamente observan.

La verdadera tolerancia es la que ejercemos con relación a nosotros mismos, y no pretendiendo que otros toleren lo que no sufrimos.

Por lo tanto esta virtud se halla limitada por la verdad. Por ejemplo: un matemático que comete un error en un cálculo no necesita tolerancia, dado que es comprobable el error. En cambio, una creencia religiosa requiere tolerancia por parte de los que no creen en ella, por la simple razón de que no es comprobable. Lo que es verdad por cuestión de fe para unos, es incomprobable y por lo tanto no creíble para otros. Recordemos el pensamiento del escritor DeRose: “la realidad es una cuestión de óptica”.

En la diferencia es donde el concepto de ser tolerantes adquiere la verdadera dimensión virtuosa, porque es una actitud más elevada que acerca y permite la convivencia de personas con distintos puntos de vista. En estos casos el más beneficiado es el que decide ser tolerante: dará un gran paso hacia su humanidad y evolución.

En el Método DeRose, la formación profesional es una de las tareas más importantes. Entre los conceptos que se transmiten, la tolerancia ocupa un lugar destacado. Es una modalidad que respeta todas las diversidades dentro de límites éticos que consideramos importantes preservar. Este molde es formativo y no punitivo, dado que lo que se transmite es una convivencia con respeto, sin adoctrinar, con reflexión y que será aceptada por aquellos que ya vibran en sintonía con la propuesta, preservando el más absoluto clima de libertad individual.

Revalorizando el compromiso y la acción efectiva, vuelvo a dejar de manifiesto que en ningún caso esta tolerancia debe ser entendida como pasividad o indiferencia.

Alain definía la tolerancia como “un tipo de sabiduría que triunfa sobre el fanatismo, ese temible amor a la verdad”.

Esta propuesta de tolerancia se inserta como un oasis en una sociedad compleja que enfrenta una situación de ajuste y cambio. Encontramos grandes avances en la conquista de libertades individuales y en forma diametralmente opuesta observamos con pena a grupos que desean imponer costumbres y modos de vida restrictivos, llegando a utilizar la violencia desmedida, ligados a sentimientos fanáticos por creencias religiosas poco comprobables o políticas desactualizadas que ya no se ajustan a las necesidades de la sociedad actual.

¿Qué podemos hacer individualmente? Como en todo, si queremos un cambio debemos empezar por nosotros mismos. Antes de pedir tolerancia a otros, incorporemos otro paradigma: tratemos de entender imaginando ser el otro por un instante. Seguramente esta actitud será beneficiosa y marcará el inicio de una comprensión posible y la incorporación de una virtud necesaria que enaltece y se transforma en una cuota de sabiduría accesible.

Hasta la semana próxima.