Generalmente, al visitar empresas u otras entidades en las cuales hay grupos que están llevando adelante sus tareas, percibo en el aire algunas sensaciones que son bastante habituales. Basta observar a las personas para detectar una clara falta de energía y de motivación. Esto es independiente de que el lugar físico sea confortable y más o menos estético.

Como una especie de patrón, se advierte que las horas en las que el grupo permanece en el ámbito laboral van generando pérdida de vitalidad individual y, como consecuencia, el clima o ambiente construye un emocional colectivo que tiende a ser pesado. Si tuviera que representarlo en forma de un color, lo identificaría de una tonalidad grisácea.

A medida que avanza la jornada, la mayor parte de los integrantes del grupo está a la espera del momento de abandonar ese ámbito para acudir a sus hogares, clubes o lugares donde siente deseos reales de estar.

Las empresas, por medio de sus departamentos de salud ocupacional y áreas de Recursos Humanos, intentan revertir esto, porque obviamente atenta contra la productividad, la sinergia laboral y hasta la propia salud de los colaboradores. Contratan masajistas, organizan actividades lúdicas, artísticas y deportivas con resultados relativos. Por experiencia sé que, si estas actividades se realizan al final de la jornada laboral, no cuentan con participantes. En cambio, si son pausas en el horario laboral, se logra alta participación. Una muestra más de que lo principal es el deseo de salir de esa especie de sensación de jaula que adquiere el lugar de trabajo.

Estas actividades ayudan; sin embargo, constituyen mimos agradables que acompañan, pero no revierten el problema. Una especie de paliativo o calmante suave que dura poco tiempo y no alcanza la raíz del problema. Hay que ir más profundo.

Si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos iguales resultados. Adaptarnos constituye una necesidad que en los tiempos actuales no puede ser postergada.

Ya que se percibe una disminución de la energía, es claro que debemos producir ese importante recurso faltante. Según mi experiencia personal, lo más efectivo es fortalecer y vitalizar a los integrantes del staff de líderes, comenzando por los altos grados en la escala jerárquica, para que naturalmente el cambio descienda a toda la pirámide.

Además, el ejemplo será estimulante y motivador. Más vitalidad y energía generan más alegría, mejor humor. Esto fácilmente se irradia, se expande en derredor y permite enfrentar los problemas y resolverlos sin sobredimensionarlos.

Esos líderes que han recargado sus baterías van a relacionarse mejor con sus colaboradores, estarán dispuestos a aconsejar más pacientemente, invertirán más tiempo en sus equipos y nacerán nuevos paradigmas en las relaciones humanas dentro de la empresa. Se realizará más, y habrá más personas vistiendo la camiseta de su empresa y sintiéndose sinceramente orgullosas de ser parte. Hoy, lo que más valoran los colaboradores es cómo los hacen sentir los líderes y el ámbito de trabajo. Al final de cuentas será una inversión generadora de riqueza.

Así, se establecerá un crecimiento multiplicador y se fortalecerá lo que más debemos cuidar: el capital humano.

Hasta la próxima semana.