Foto por Jannis Brandt

Casi todo el mundo desea superarse y alcanzar sus metas. Se vive rápido, se descansa menos de lo necesario y la mayor parte de la población padece niveles de estrés elevados. Los índices de sobrepeso y sedentarismo son preocupantes y crecientes.

Esta simple observación nos lleva a entender que para todos nuestros logros debemos atender mejor las necesidades y el buen funcionamiento del cuerpo, dado que no es posible reemplazarlo y como seres físicos dependemos de él en todos los momentos de la vida. Un empresario, deportista, estudiante, político o ama de casa necesita comprender el valor de mantener en excelente estado su principal herramienta, el cuerpo.

Si fuéramos pilotos de Fórmula 1, tendríamos un equipo de ingenieros, mecánicos, técnicos y operarios destinados a optimizar el buen funcionamiento del vehículo. Nadie dudaría en utilizar los mejores lubricantes, el combustible de mayor calidad. Los líquidos refrigerantes y que alimentan el frenado se elegirían mediante estudios previos, para no dañar la costosa maquinaria y lograr el máximo rendimiento en la pista.

Pero si, a pesar de todos estos cuidados, hubiera una falla, siempre estaría la opción de reemplazar el auto por otro. En nuestro caso eso no es posible: tenemos un solo vehículo físico que nos acompañará en todo este viaje. Un crash podrá detener la concreción de nuestros proyectos.

Si bien todos, en mayor o menor medida, tienen información al respecto de la necesidad de alimentarse bien y entrenar el cuerpo de manera inteligente, en la práctica esto se olvida o posterga. Una cierta disfunción cognitiva entre lo que sabemos y hacemos.

Existe también una presión social que no estimula las buenas conductas. Seguramente, la mayoría elogiará al equipo de profesionales que toma todos los cuidados para que el auto de carrera funcione mejor. A la inversa, si una persona es más atenta con respecto a los “combustibles” que ingiere y decide comer alimentos nutritivos y orgánicos, evita el tabaco y el alcohol, mantiene el concepto de frugalidad y ajusta la comida a la actividad que realiza, posiblemente será tildada de fanática o aburrida. ¿Debemos esperar que exista una crisis para que esto se modifique? Considero más recomendable hacer ajustes previos en nuestros hábitos, que beneficiarán nuestra calidad de vida y fortalecerán la voluntad.

En general, desde niños recibimos el fuerte mandato de comer mucho, con mensajes como si no tomás toda la sopa no vas a crecer, o para ser hombre tenés que comer todo lo que está en el plato. Nos enseñaron a comer en abundancia, pero fueron pocas las sugerencias de hacerlo con placer y de modo que sea un acto consciente, prestando atención a la selección de los alimentos.

El ser humano se encuentra perturbado en su equilibrio biológico por sus costumbres de vida y por la invasión química que lo rodea y que no cesa de crecer. Es un efecto inevitable del progreso. Asumamos sus consecuencias y seamos inteligentes para reeducarnos en nuestro comportamiento y elecciones. Actualizarnos, con la misma flexibilidad y premura que aplicamos ante los cambios tecnológicos.

Además, cada modificación positiva que logremos incorporar se transmitirá a nuestro entorno. Sentiremos la satisfacción de estar aportando de manera refleja ⎼por medio del ejemplo y no por imposición⎼ el valioso estímulo de incorporar otras opciones, a las personas con las que compartimos la vida.

Cambiá, comenzá hoy, ahora mismo… Nadie lo hará por vos.

Hasta la semana próxima.