Foto por Christin Hume

Cuando era niño me atraía conversar con las personas con quienes sentía proximidad, que me dedicaban su tiempo y atención. Recuerdo las charlas con mi abuelo materno, gran lector, pragmático en sus análisis, y con mi abuela, que utilizando historias y cuentos que creaba para la ocasión, me pasaba conocimiento y experiencias de vida que me fueron muy útiles. Ambos me hacían sentir que, durante ese tiempo, estaban plenamente presentes.

Con los años fui percibiendo de forma más clara la importancia de estar presentes al pretender comunicarnos con el otro. Fui entendiendo que, más importante que la cantidad de tiempo, es la calidad de ese tiempo, un tiempo en el cual podamos envolvernos en un ida y vuelta con aquel con el que intentamos comunicarnos.

Esta característica es fundamental para generar una buena comunicación aplicable a todos los grupos y a todo tipo de relaciones humanas.

Si actuamos liderando a otras personas, la comunicación es la columna vertebral del trabajo mancomunado. Para ello, al conversar debemos saber que el otro siente seguridad, aprecio y refuerzo de su autoestima, cuando percibe que en ese momento es lo más importante para su interlocutor. Como resultado, instintivamente cederán las barreras que impiden construir relaciones de confianza mutua.

El Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington D.C., hizo un estudio sobre 10.000 adultos en EEUU y confirmó que hoy estamos más polarizados que en otros tiempos. Todo se discute y las opiniones son variadas. Ya no podemos aplicar el consejo de Higgins en la película My Fair Lady, cuando mencionaba que era mejor hablar del clima y de la salud. En la actualidad, las opiniones sobre el cambio climático y la polémica sobre estar a favor o en contra de las vacunas, ya serían motivo suficiente para comenzar una discusión.

Desde hace tiempo incorporé la actitud de desconectarme de otras distracciones cuando converso con alguien. Trato de hacerle sentir que durante esos minutos estaré allí, a su lado, plenamente presente e interesado en él, en su persona y en su situación.

Gran parte del día, debido a mi tarea de consultor y docente, la dedico a reuniones individuales y grupales, presenciales y on line. Basándome en esta experiencia aconsejo utilizar los siguientes recursos:

1) estar totalmente presente y sin dispersiones;

2) no ser dogmático;

3) escuchar mucho y hablar solamente lo necesario;

4) y algo muy importante: ser breve. Alguien dijo alguna vez que una buena charla debe ser como una minifalda: corta como para captar interés, pero lo suficientemente larga para cubrir el tema.

Hasta la próxima semana.