Foto por: Nik Macmillan

En la actualidad la utilización de feedback se ha ido instalando como tendencia necesaria, principalmente en los ámbitos laborales. Sin embargo, si no es bien utilizado puede llevar a un verdadero desastre.

¿Qué es lo que debemos tener en cuenta para que este sistema sirva en la construcción de mejores equipos de trabajo, potencie buenos vínculos entre sus integrantes y no genere exactamente lo opuesto?

En primer lugar, tiene que estar ligado al sincero deseo de ayudar. El feedback debe ser información que alguien brinda a otro sobre su desempeño o la forma en que realiza sus tareas, en la sincera intención de colaborar para que mejore.

El feedback no necesariamente debe ser crítico; por el contrario, puede ser un comentario valorativo que estimule y produzca un refuerzo positivo sobre formas, procedimientos o actitudes que vale la pena destacar.

Es importante que la información dada no sea consecuencia del enojo que se genera por fallas o mal desempeño. Si está impregnado de emotividad, no será un feedback constructivo: se transformará en una descarga, muchas veces personalizada, y producirá un aciago resultado. Siempre deben hacerse observaciones objetivas, sin carga emotiva y con el deseo de contribuir.

Para esto es imprescindible que la información proporcionada sea clara, a fin de que quien la recibe pueda aceptarla, incorporarla y hacer algo positivo con ella.

Es un mecanismo que debe establecerse en forma previa, mediante un común acuerdo entre todos los integrantes del grupo. Tiene que ser conversado y delimitarse los alcances y las formas puntuales en que se utilizará. Siempre podrá funcionar si existe confianza y respeto mutuo. Los que ocupen cargos superiores deben estar de acuerdo en implementar un sistema jerárquico que no oprima, que acepte el diálogo sincero con cordialidad, transparencia e información que circule en ambos sentidos: ascendente y descendente.

Por mi experiencia, recomiendo no demorar en decir lo que se estime necesario, ya que el hacerlo contribuye a la disminución de los conflictos, que tienden a agravarse al ser reprimidos.

Otro elemento sustancial es que el grupo incorpore el intercambio docente. Esto permite tanto que el líder enseñe a sus liderados como también que la flexibilidad imperante reconozca al más capacitado, sin importar su jerarquía o antigüedad, su autoridad para enseñar a todo el grupo una tarea específica, ubicándose el propio líder entre los receptores de la información.

Así se refuerzan los vínculos y la confianza, y el conocimiento fluye y crece en forma exponencial.

Cabe destacar que de la misma forma en que el emisor tiene que ser cuidadoso al proporcionar el feedback, el receptor debe evitar actitudes defensivas que compliquen el intercambio de la información, y solicitar todas las aclaraciones necesarias en el caso de no haber comprendido.

La implementación de feedback es un mecanismo que surge como consecuencia de nuevas necesidades y libertades que deben ser aceptadas. Es simple, delicado y productivo.

Es subir un escalón más en la imprescindible tarea de mejorar las relaciones humanas, en la búsqueda de resultados cooperativos y la consecuente reducción de conflictos.

¡Hasta la próxima semana!