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La prudencia, una forma de sabiduría.

La prudencia es tenida como una de las virtudes cardinales más valoradas en la Antigüedad y especialmente en la Edad Media. Ya en algunos escritos del siglo VI antes de J.C. se la encuentra citada como sabiduría.

Paradójicamente, es una de las virtudes más olvidadas. Tal vez por ello Kant en su obra Crítica de la razón práctica ya no la considera como tal: solo se trata de un amor hábil hacia uno mismo, no condenable pero carente de valor moral, nos dice el filósofo.

Los estoicos, de acuerdo a comentarios de Marco Aurelio, la mencionaban como una ciencia. Específicamente la ciencia de las cosas que deben hacerse y las que no deben hacerse.

Me agrada André Compte-Sponville cuando menciona que una sabiduría sin prudencia sería una sabiduría insensata, por lo cual no sería sabiduría.

Considero que la prudencia es una forma de administrar los deseos en forma razonable y sin dejar de disfrutarlos. Acercándonos a la propuesta de la templanza.

Cuando se va instalando en forma práctica el principio de prudencia (la manera más efectiva de incorporarla), comienza a estar más presente en nuestras decisiones, a cumplir una función en algo comparable con el instinto en los animales.

Considero útil aclarar que su uso, no tiene que ver con el miedo o la cobardía, dado que cuando utilizamos la prudencia estamos aplicando un precepto moderador de la valentía, para que esta no se transforme en una excesiva temeridad.

Esta mirada sobre la prudencia tiene la intención de sumar una conducta o habilidad para poner en práctica, especialmente cuando tomamos decisiones que serán condicionantes del porvenir. Una especie de fidelidad hacia el futuro.

Sin embargo, no debemos permitir que el exceso de prudencia nos paralice, nos impida correr los riesgos que son necesarios afrontar para seguir aprendiendo y superando nuestras limitaciones.

¿Qué riesgos? ¿cuáles pueden ser los límites? Las respuestas las encontraremos en la realidad que atravesamos, en la determinación que nos mueve hacia la meta elegida y en lo que sentimos más que en el análisis intelectual.

Para ello nada mas recomendable que aquietar nuestros pensamientos, concentrarnos en el objetivo y encontrar en la meditación esa sabiduría intuitiva que nos permitirá conquistar lo deseado evitando los temores paralizantes que son fruto de la falta de certezas y la influencia de los condicionamientos adquiridos.

Hasta la próxima.

La posibilidad de actuar sobre el porvenir

Ya sea en el ámbito de la filosofía, la física o la estadística, la causalidad se relaciona con el principio o el origen de algo. El concepto se utiliza para nombrar la relación entre una causa y su efecto.

En la interpretación de la física se considera que cualquier situación está generada o influenciada por otra que es anterior. De acuerdo con esto, conociendo el estado actual de algo, es posible predecir su futuro. Esta postura, conocida como determinismo, fue creciendo con el avance de la ciencia.

Las categorías filosóficas de “causa” y “efecto” expresan la relación existente entre dos fenómenos de los cuales uno, llamado causa, produce ineluctablemente el otro, denominado efecto; esa relación se denomina relación causal.

Todos los fenómenos dependen unos de otros, es decir, existen en forma interdependiente. En este sentido, nuestras acciones físicas, verbales y mentales son causas que generarán reacciones o efectos que no siempre tenemos en cuenta.

Cuanto más conscientes y alertas estemos de este principio de acción y reacción, mayores serán nuestras posibilidades de actuar sobre el porvenir.

Este principio viene siendo analizado y administrado desde hace miles de años, especialmente en el contexto de la India Antigua, donde se lo conoció con el nombre sánscrito de karma. En esa cultura no tenía nada que ver con el sentido de destino trágico que se le asigna en Occidente.

En efecto, no es frecuente escuchar la palabra karma asociada a hechos positivos. Generalmente se relaciona con cuestiones negativas o trágicas y, lo que es peor, se considera parte de un destino que no está a nuestro alcance modificar. Esta interpretación nos impide utilizar a nuestro favor una poderosa herramienta, analizando las probabilidades que serán consecuencia de nuestras elecciones actuales.

El mecanismo denominado karma no tiene un sentido religioso, no debe asociarse a la idea de una divinidad. Es decir, la ley de acción y reacción -o causa y efecto- nada tiene que ver con la existencia de dioses invisibles encargados de hacerla cumplir. Como hemos visto, es un concepto analizado tanto por la física como por la estadística y la filosofía: varía el lenguaje, pero las interpretaciones son similares.

Conocer esta ley y su funcionamiento, lejos de conceptos místicos o interferencias religiosas, nos brinda una llave que abre una fantástica puerta para acceder con más certezas a las probabilidades futuras.

Por ignorar cómo funciona, este conocimiento no se suele utilizar debidamente, aun siendo tan útil para guiar nuestra vida, analizando probabilidades y evitando la sorpresiva aparición de cisnes negros.

Hasta la semana que viene.

La libertad, ese bien tan buscado.

Mucho se ha escrito sobre esta palabra, mucho se ha hecho en nombre de este bien, muchos ofrendaron su vida para frenar el avance de aquellos que pretendían cercenar libertades de cualquier índole.

Himnos, marchas, canciones, poemas, esculturas, pinturas y diferentes manifestaciones artísticas  expresaron esa innegable necesidad humana de sentirse libre y luchar contra la opresión.

Nada de lo que nutre nuestra historia ha sido en vano. Esfuerzos y sacrificios nos permitieron construir una forma de vivir en donde existen más libertades y posibilidades.

Cuantos nombres quedaron grabados en mentes y corazones, como emblemas del sentimiento de “ser libres”.

Sin embargo, existe un concepto de libertad que es más profundo. Que trasciende los derechos sociales y las conquistas políticas. Es la libertad interior del hombre: esa conquista que solamente podremos obtener instalando la vocación de libertarnos de nuestros condicionamientos y que conlleva a  la superación.Un deseo anhelado por filósofos y pensadores de todos los tiempos y diversas culturas.

Albert Camus, el célebre escritor y ensayista que obtuviera el premio Nobel de literatura nos dejó una frase muy interesante: “La libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor.»

Desde este pensamiento, podemos afirmar que efectivamente la conquista de la verdadera condición de libre, el ser humano debe buscarla  desde el deseo de mejorar.

Instalando  la voluntad de modificar la raíz de los condicionamientos y paradigmas que nos llevan a actuar por inercia y no siempre por elección consciente.

No se entiendan mal mis palabras, no se trata de un pensamiento individualista para aislarse, recluirse o no participar de las causas justas y necesarias que nos permitan obtener mayores libertades sociales, por el contrario, la intención es estar totalmente integrados a la sociedad. Y justamente, para ser más útiles y solidarios, debemos ser más libres, auténticos y lúcidos.

No es fácil porque cada uno de nosotros es a la vez cincel y escultura. Somos nosotros mismos los que debemos observarnos, para superarnos, para construirnos cada día.

Como la práctica es mucho más valiosa que la teoría, hagamos un simple ejercicio: sentémonos cómodos, cerremos los ojos y hagamos un par de respiraciones profundas y nasales para aquietarnos. Primero el cuerpo, luego la respiración que empieza a ser más lenta y sutil. Gradualmente se irán aquietando las emociones y pensamientos.

Ya en este estado de mayor introspección  imaginemos que podemos observarnos a nosotros mismos, desde un plano más elevado. Veamos cómo transcurre un día de nuestras vidas. Que hacemos, que nos causa placer y que cosas no nos gusta hacer. Observemos nuestros hábitos y costumbres. En este momento la realidad adquiere otra dimensión, todo es pequeño, analizable y posible de cambiar o mejorar.

Algunas cosas están bien, pero tal vez no sean suficientes. Otras, las hacemos sin conciencia, sin haberlas elegido, sin placer.

Algunas obedecerán a elecciones realizadas y desearemos mantenerlas. Tal vez realicemos un trabajo que no nos gratifica y podamos recordar aquella cosa que nos apasionaba y que dejamos de hacer, pero siempre anidamos el deseo de retomar.

Observemos  nuestro cuerpo, nuestra forma física, nuestra salud general. ¿Está temporalmente olvidado? ¿Necesitamos ocuparnos más de él?

¿Y nuestra alimentación es inteligente y se adapta a nuestra actividad?

¿Podemos mejorar nuestra situación afectiva o familiar?

Elijamos algo para modificar o potenciar, sabiendo que esa decisión incidirá para mejor en nuestra calidad de vida y estaremos ejerciendo el derecho a nuestra libertad de elección, a construir la vida que verdaderamente deseamos vivir y que es el derecho de todo ser humano. La llave de tu libertad, está en tus manos.

Sin olvidarnos de la recomendación del Educador DeRose: La libertad es nuestro bien más precioso. En el caso de tener que confrontarla con la disciplina, si esta violentase a aquella, opte por la libertad.

Hasta la próxima

Edgardo

Trabajar con belleza

Foto por: Ricardo Gómez Ángel

Tiempo atrás, encontrándome en compañía del escritor DeRose, una persona le preguntó a qué se dedicaba. Sin pensarlo demasiado, le respondió: trabajo con belleza…

Me causó sorpresa su respuesta, y me gustó mucho por su amplitud y sus alcances. Hoy recuerdo aquella situación, en momentos en que se habla más de ese concepto: trabajar en forma hermosa, además de con eficiencia.

Para el escritor Henri Beyle, más conocido por el seudónimo de Stendhal, la belleza es un concepto difícil de alcanzar, que constituye la promesa de lograr felicidad.

Para Tim Leberechet, disertante de TED talk, se espera “que la mitad de la fuerza de trabajo humana sea reemplazada por software y robots en los próximos veinte años. Muchos líderes de empresas lo celebran, como forma de ganar eficiencia y de evitar los problemas que generan los humanos en sus relaciones interpersonales. Por lo tanto, en la segunda era en la que avanzan las eficientes máquinas, para mantener nuestra humanidad, es necesario que tengamos viva esa llama de hacer las cosas con belleza, de forma hermosa.”

En busca de la eficiencia, creemos que debemos comportarnos como máquinas y dejar de lado valores y principios que se consideran prescindibles o innecesarios y, sin embargo, son la materia prima que construye las buenas relaciones humanas.

No siempre se percibe que al despreciar lo que se considera innecesario, se dificulta alcanzar los objetivos. Liderar con belleza significa elevarse por encima de lo meramente necesario.

Por ejemplo, cuando alguien se queja de su trabajo, casi siempre tiene que ver con cómo se siente en ese lugar. Y esta sensación suele estar ligada a las personas con las que comparte sus días y a las relaciones que establece con ellas. Estos vínculos nacen de cientos de variables de micro-interacciones cada día.

Por ello debemos generar proximidad y algo muy importante: mayor intimidad. Recordemos que toda relación está basada principalmente en esos pequeños gestos cotidianos y sinceros que le dan cercanía y belleza. No basta estar conectados, es necesario mayor compañerismo en relaciones presentes y cargadas de humanidad.

En la Fundación CARE, que realiza en la India un importante trabajo en cuestiones de género y de empoderamiento con niños y niñas, observaron una alta rotación en el personal integrante. Para contrarrestar esa tendencia, decidieron hacer un encuentro en el que participaran los treinta y seis miembros del equipo. La reunión se realizó en Khajuraho, un espacio que tuve la fortuna de conocer durante un viaje de estudio y que sorprende por sus templos y antiguas esculturas. Un marco muy apropiado para la tarea que realiza la fundación.

La propuesta era que cada participante contara al grupo sus experiencias personales sobre problemas de género. Y el hecho de compartir la vida, historias y experiencias generó un cambio tan importante, que desde ese encuentro y durante los siguientes cuatro años no se registró ni una sola salida de los integrantes del grupo. Había nacido una verdadera intimidad.

Ya seas líder o liderado, en cualquier organización o espacio en que hagas cosas con otras personas, empezá a prestar atención a los pequeños gestos y generá proximidad, procurando conocer al otro en toda su dimensión. Esto te acercará a mejores resultados y, como lo anunciaba DeRose, llegarás a ser un realizador de belleza.

Hasta la próxima semana

Adaptación

Cuando mi hermano tenía 16 años y yo 12, mi padre nos regaló un Ford T modelo 1925. Corría el año 1965 y ya en ese momento nuestro auto era una verdadera pieza de museo. Recuerdo que su techo era de lona, y el arranque se hacía por medio de una manija que había que girar varias veces y nos obligaba a hacer mucha fuerza. En lugar de caja de cambios, la poderosa máquina tenía un pedal que al presionarlo la ponía en movimiento y que luego, al mover una palanca ubicada frente al asiento delantero, bajaba las revoluciones del motor y con un sonido similar al de un pequeño tren, el bólido mecánico se lanzaba a su viaje.

Era muy notable, ya en esos tiempos, la diferencia de tecnología entre nuestro querido Ford y el resto de los vehículos de la década. Si salíamos a una ruta donde las velocidades eran mayores, la diferencia de potencia, agilidad, confort y seguridad con los demás vehículos era tan llamativa que hacía casi imposible que pudiéramos circular por ella.

Fueron tiempos muy divertidos para nosotros, pero al recordar el vehículo y la época me da la impresión de que estoy retrocediendo a tiempos inmemoriales, como consecuencia de la velocidad con que se han producido los cambios tecnológicos.

Este recuerdo me lleva a hacer una comparación entre el ser humano y los tiempos que vivimos. Podríamos decir que biológicamente somos un modelo muy antiguo en tiempos vertiginosos. Hoy resultaría imposible pensar en salir a una autopista con aquel querido Fort T; si lo hiciéramos, tendríamos una creciente sensación de estrés al ver que no es posible acompañar la velocidad del tránsito.

El homo sapiens actual habita en una sociedad que evoluciona tecnológicamente a ritmo vertiginoso, pero nuestra estructura biológica no se adapta a la misma velocidad sino que se mantiene como la de nuestros predecesores. La evolución humana requiere tiempos lentos para procesar adaptaciones que le resulten favorables a los cambios del medio ambiente en el cual se encuentra.

Suponer que esta dinámica se desacelerará es estar totalmente divorciados del mundo real y sus tendencias. Seguirá incrementando su velocidad y estaremos obligados a aprender mayor cantidad de cosas y con más rapidez. Y además, el conocimiento también es efímero y se esfuma enseguida.

Si queremos proyectarnos hacia el futuro, debemos ser fuertes, flexibles y adaptables. Saber cambiar nuestros paradigmas, aprender nuevas cosas a diario y compensar mediante entrenamiento el desfasaje entre nuestras capacidades y el vértigo de la vida cotidiana.

En mi opinión personal y desde mi experiencia de más de treinta años de estudio y práctica, considero que el Método DeRose es una alternativa muy eficiente para lograrlo.

Hasta la próxima.

El chisme, un virus peligroso.

Es habitual observar en los grupos, especialmente en los de trabajo, la generación de rumores o críticas con poco rigor de verdad. Noticias que son comunicadas o lanzadas al viento con demasiada ligereza o a veces con mala intención.

¿Cómo actuar frente al chismoso que nos trae con ansiedad la noticia? Podemos aprender de la anécdota que aparentemente le habría ocurrido al filósofo Sócrates y se conoce como la prueba de los tres filtros.

Un día, el sabio fue interpelado por un alumno que le dijo:

⎼¡Maestro! Le quiero contar algo que escuché sobre un amigo suyo…

⎼Un momento⎼ respondió Sócrates⎼, antes de que me lo cuentes, me gustaría preguntarte: ¿es verdad?

⎼Oh, bueno, lo acabo de escuchar y no sé si es verdad.

⎼Bien, también deseo saber: ¿es algo bueno lo que me vas a decir de mi amigo?

⎼Oh, no, Maestro, por el contrario, no es nada bueno.

⎼Y por último⎼ dijo Sócrates⎼, ¿lo que me vas a decir es algo útil?

⎼Oh, no. No es para nada útil.

⎼Entonces⎼ dijo Sócrates⎼, si no sabes si es verdad, no es bueno y no es útil, ¿para qué decírmelo?⎼ Y, dando la espalda a su alumno, continuó su camino.

Es necesario estar muy atentos, especialmente los que tienen la responsabilidad de coordinar o liderar grupos, para establecer de común acuerdo una cultura grupal anti-chismes, en virtud de que es una infección que causa daño en la construcción de un grupo solidario y fuerte.

Siempre es aconsejable hablar de males y no de malos; sin embargo, el impulso a veces inconsciente de degradar a otros o sentirse importante porque se sabe algo que el otro no conoce, induce a adoptar esta conducta perniciosa.

Lo mejor es acordar con los integrantes del grupo que se evite esa actitud, y colocar este acuerdo como un valor en el manifiesto que se elabore.

Esta decisión traerá nuevos compromisos que serán pilares fundamentales en las buenas relaciones humanas y en la construcción de una nueva consciencia.

Hasta la próxima semana…

Autoconocimiento con miras al futuro.

Foto por Javier Allegue

Estamos atravesando un momento histórico complejo, caracterizado por los veloces cambios que nos obligan a adaptarnos de manera constante, lo que dificulta la comprensión y asimilación.

Como consecuencia, existe incertidumbre sobre el futuro, una sensación que crece en forma exponencial y genera temor, estrés, ansiedad y angustia.

Estos cambios se producen en todas las áreas: desde los más visibles, como los tecnológicos, hasta los sociales, que no siempre percibimos rápidamente.

Pensar que esto será un proceso breve es una mera ilusión. Son modificaciones profundas, de estructuras sociales y comportamentales, cuyos alcances no estamos en condiciones de considerar en toda su importancia y magnitud. Los futurólogos y analistas de probabilidades coinciden solamente en una opinión: lo único que es posible afirmar es que todo cambiará.

¿Podemos hacer algo para enfrentar esta situación? Considero que sí, que podemos modificar nuestra manera de actuar en relación con nosotros mismos y, en consecuencia, con los demás. La vinculación con el mundo que nos rodea y la percepción de lo que ocurre están directamente ligadas a nosotros. La frase “no vemos el mundo como es, lo vemos como somos” es muy clara al respecto. Nos recuerda que siempre observamos lo que nos rodea desde nuestros paradigmas y condicionamientos.

Dicho en otras palabras, lo que hemos aprendido nos condiciona a analizar desde ese filtro mental las distintas cosas que suceden. Todos estamos condicionados, no podemos vivir descondicionados. Lo que sí podemos hacer es elegir los condicionamientos que nos gobiernan, y esta constituye una de las mayores acciones que conducen al ser humano a gozar de mayor libertad y certeza.

Empecemos haciéndonos algunas preguntas para analizar el momento en que estamos: ¿cómo está nuestra calidad de vida?, ¿nuestra forma física?, ¿nuestro nivel de estrés?, ¿los logros profesionales?, ¿la parte económica?, ¿la salud?, ¿los proyectos?, ¿la realización personal?, ¿las relaciones afectivas? Las respuestas nos permitirán descubrir si nos sentimos felices.

A partir de allí, ya comenzará un proceso de autoconocimiento, una revisión de la propias capacidades, talentos, energía y voluntad para lograr estar más flexibles, adaptables, fuertes y conectados a fin de poder descubrir el sentido de nuestra vida. Sabiamente, Mark Twain nos recordaba que “los dos días más importantes de tu vida son el día en que naciste y el día en que descubres por qué.”

Mi consejo es que empieces ya, ahora mismo. No lo pospongas. Conocerte más te permitirá tomar decisiones que incidirán notablemente en tu futuro.

¡Te espero la semana próxima!

Liderazgo y comunicación

Foto por: Mike Meyers

En los años que llevo desempeñando funciones de liderazgo, pasé por distintas organizaciones. En la mayoría de estos grupos sociales se utilizan códigos y normas muy diferentes de las que actualmente utilizo.

La experiencia, los años vividos y el Método que incorporé, me llevaron a reflexionar sobre la capacidad para comunicarnos con las demás personas. Comencé a preguntarme si sabríamos expresar lo que verdaderamente deseamos decir, si lograríamos poner nuestro mensaje en palabras claras y comprensibles. Y si tendríamos la capacidad de escuchar con objetividad, incluso lo que no nos agrada o nuestra fragilidad emocional nos impide aceptar.

Preguntas como estas –muchas de ellas retóricas– deseo compartirlas, para ayudar a obtener mejores resultados en el arte de comunicarnos.

Tengamos presente que la comunicación es uno de los ingredientes más importantes para hacer menos complicada nuestra vida. Matrimonios, familias, relaciones laborales, comunicadores/as sociales, políticos y prácticamente todas las actividades y personas están directamente bajo su influencia y dependen de ella.

Es posiblemente el mayor desafío que enfrentan quienes lideran en estos tiempos de adaptación y cambios. Uno de los errores más frecuentes es que se ocupan tanto de analizar, resolver problemas y coordinar acciones, que se olvidan de comunicar lo que está ocurriendo. Después se sorprenden porque sus comandados no adhieren fácilmente a las decisiones y planes adoptados.

A veces esto ocurre porque son personas que lideran con estilo “paternal” y al no confiar plenamente en la capacidad de sus equipos, optan por  hacerse cargo de todo. En otros casos, consideran una pérdida de tiempo informar, sin darse cuenta de que la incomunicación impide la fluidez de todo proceso y, como consecuencia, deriva en menor efectividad y mayor riesgo de errores.

Pero lo que más me importa destacar es la situación de los/as líderes que, aunque comunican, son poco creíbles. Existen algunos elementos para tener en cuenta como posibles causas de su escasa credibilidad:

El lenguaje corporal.

El hablar: elección de las palabras, pronunciación, tono de voz.

La personalidad: autenticidad, sentido del humor, sencillez, carisma para abrir mentes y corazones.

El carácter: valores, integridad y un verdadero (lean esta palabra nuevamente: verdadero), interés en las personas como seres humanos.

La coherencia: autenticidad entre lo que se transmite y el historial de resultados logrados.

La empatía: entender lo que el otro siente.

Los/as verdaderos líderes se convierten en la cara o conexión humana de una organización. Son los factores de conexión de las personas con los valores de ese grupo, empresa o corporación. Por lo tanto, la gran pregunta que debemos hacernos es: ¿actuamos de acuerdo con esos valores? ¿Logramos ser verdaderos/as comunicadores/as transparentes y portadores de nuestros más profundos ideales y valores? En otros términos, el principal respaldo de toda/o líder y comunicador/a es vivir en forma coherente con su mensaje. Ser personas honestas, éticas y verdaderas es una forma valiosa de conquistar autoridad. Esta actitud enaltece y hace crecer en forma individual y colectiva. Afirmarnos en estos principios es fundamental para nuestro presente y futuro.

¡Hasta la próxima semana!

¡Mi vida no tiene sentido!

Fotografía por: Chris Lawton

Muchas veces escuchamos estas palabras, y hasta es posible que las hayamos dicho en forma automática, sin prestar verdadera atención a lo que significan. La expresión sirve de llamado de atención para mostrar que estamos en crisis, con la sensación creciente de haber perdido el rumbo. Coincido con estudiosos y pensadores que perciben esto desde dos aspectos centrales: la dificultad para expandir y profundizar los vínculos personales más importantes y los problemas existentes para generar y mantener armonía en las relaciones humanas y hacerlas más inclusivas.

En la necesidad de priorizar la síntesis y la velocidad, se tropieza con el inevitable deterioro que producen la frivolidad y la superficialidad. Esto se observa en las relaciones humanas, que se ven afectadas por esta nueva manera de vincularnos, sin detenernos en hechos tan simples como, por ejemplo, escuchar la explicación del otro cuando conversamos, o los contenidos de un mensaje que no se encuadre en la síntesis máxima.

Todos sabemos y sentimos que somos seres gregarios, sociales, colaborativos y que nuestro crecimiento como sociedad está basado en la unión de fuerzas de individuos que, en soledad, poco podrían haber realizado. La construcción de vínculos con cimientos sólidos requiere una inversión de tiempo y cuidado.

Esta crisis que conlleva entre otros elementos la dificultad de establecer buenas relaciones humanas, produce un padecimiento mayor que el normal frente a las situaciones. Todos sabemos que los buenos vínculos, los amigos, el afecto en general nos permite superar mejor las tristezas y malos momentos.

Como todos deseamos huir del dolor y buscar la gratificación del placer, los recursos más buscados son la distracción, el consumo exagerado, el trabajo obsesivo, u otras formas de evasión de la situación. No censuro la utilización de la distracción momentánea, siempre que se realice sabiendo que no es más que una pausa breve que no conduce a una solución.

Regresemos a la expresión mi vida no tiene sentido. Si estamos sintiendo eso, debemos poner en práctica un cambio de paradigma y comprender que no es la vida la que carece de sentido, es el ser humano el que no le encuentra sentido a su propia vida. En ese momento es cuando el autoconocimiento constituye la vía de transformación necesaria y verdadera para descubrir con alegría y optimismo ese sentido de vivir que necesitamos recuperar. Como toda crisis, es una oportunidad de cambio maravillosa.

Hasta la próxima semana.

Problemas y soluciones.

Es habitual caer en la afirmación errónea de que una vida sin problemas es seguramente una vida feliz.

Sin embargo, estoy convencido de que lo que nos produce felicidad no es la ausencia de inconvenientes, sino lograr superarlos. Luchar contra las dificultades y resolverlas genera, además del aprendizaje por la propia experiencia, un gran aumento de la autoestima. Ponernos bajo la presión que conlleva la situación que enfrentamos y conseguir vencer el desafío, se siente como una oleada de aire fresco y proporciona una fuerza interior que será muy útil para actuar, la próxima vez, con mayor seguridad y autoconfianza.

Estos logros van dándonos una creciente sensación de poder, cambiando la relación entre nuestro potencial y lo que debemos realizar. A mayor seguridad, percibimos que el desafío deja de tener una dimensión que intimida y paraliza, y se transforma en algo posible y que vale la pena intentar.

En ese momento, es bueno tener presentes las realizaciones positivas y, al recordarlas, generar un círculo virtuoso de estimulación que se potenciará y nos dará el optimismo y la voluntad imprescindibles para avanzar hacia la conquista de la meta o la resolución del inconveniente.

Nos ayudará mucho utilizar técnicas de visualización, observando detalladamente cada movimiento y acción que llevará al resultado previamente definido. Las imágenes mentales serán precursoras en el proceso de generación y crearán un condicionamiento que favorecerá su realización con menos errores y producirá un incremento de las capacidades físicas y mentales, como también una mejor administración de las emociones.

Recuerde que la visualización debe contener imágenes claras y precisas de lo que se desea obtener. Una vez definida la imagen, nos concentraremos en ella varias veces al día hasta conquistar el resultado que deseamos. Si realmente quiere lograrlo, insista con fervor.

Otro consejo: dividir el objetivo mayor en pequeñas acciones que sean factibles de realizar. De esta forma, será como subir una escalera, y con cada escalón conquistado sentiremos más entusiasmo para llegar al siguiente. La autovaloración será una energía fundamental para obtener resultados.

Empiece ya, y libere ese potencial que, en la mayoría de los casos, es mucho mayor que el que se cree poseer. Ante cada meta alcanzada o inconveniente superado, estará avanzando hacia el autoconocimiento, la realización personal y, en consecuencia, la obtención de mayor felicidad.

Hasta la semana próxima.

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