Etiqueta: intuicion

Tántalo, los deseos y las metas

En mi trabajo de consultor me resulta habitual que las personas me expongan sus expectativas y metas. En el desarrollo del diálogo, es fácil descubrir que a menudo lo denominado meta no pasa de la categoría de deseo. Y, generalmente, ese deseo está dentro de una constelación de muchos, que con mayor o menor velocidad son reemplazados por otros. El resultado de este proceso produce un alto grado de dispersión e insatisfacción constante.

Te propongo que antes de continuar realices un breve y simple ejercicio: cerrá los ojos y pensá en tres metas, luego anotalas y empezá a analizarlas. ¿Son importantes? ¿Si las alcanzás, producirán algo verdaderamente positivo en tu vida? ¿Hay riesgos? ¿Vale la pena trabajar por ellas? ¿Después de conquistarlas, qué sigue? ¿Ya tenés un plan para lograrlo? ¿Podés hacerlo solo o necesitás contribuciones de otras personas, o disponer de más bienes? ¿Se puede medir el tiempo que necesitarás? ¿Se justifican en términos de esfuerzo y resultado? ¿Estás seguro de que tus ansias no decaerán ante el primer obstáculo? Analizá todas las posibilidades que puedan surgir y elaborá un plan con cada una de las tres supuestas metas. Y, lo principal: qué te dice tu intuición.

Hecho esto, elegí sólo una y enfocate en ella. Es sabido que disponemos de un caudal de energía y que, al fraccionarla, perdemos potencia.

En antiguas escrituras anteriores a la era cristiana, sútras de la cultura hindú, se citan los principales obstáculos que enfrenta el ser humano en su desarrollo. En primer lugar se mencionan las dispersiones de la conciencia ocasionadas por diversas causas: la enfermedad, la duda, la apatía, la indolencia, las nociones equivocadas, el apego excesivo al placer, la volubilidad y la falta de éxito en una etapa.

El proceso dispersivo y de incertezas conduce a un deseo constante de obtener cosas que son volátiles, que en un determinado momento adquieren gran importancia, fortalecidas por la emoción, pero no obedecen a un análisis de sentido real. Son proyecciones fantasiosas.

Los griegos, sabios observadores de la naturaleza humana, generaron una vasta mitología, cuyos personajes e historias representan de manera exacerbada las características y comportamientos de los hombres.

Tántalo, hijo del gran Zeus, es un ejemplo proverbial de tentación sin satisfacción. Su castigo consistió en estar en un lago con el agua a la altura de la barbilla (otras versiones del mito se refieren a la rodilla o la cadera), bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas. Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intentaba tomar una fruta o sorber algo de agua, estas se retiraban inmediatamente de su alcance. Además, pendía sobre él una enorme roca oscilante que amenaza con aplastarlo si sus movimientos eran excesivos o intentaba escapar de su tormento.

A nivel individual, debemos trabajar para superar esta constante confusión fruto de los deseos generadores de dispersiones. Fijar metas claras, inspiradoras, y trabajar por ellas con dedicación y con la voluntad puesta en el objetivo. Como un arquero que clava la mirada en su blanco, antes de soltar la flecha.

Si nuestra tarea es conducir grupos, seremos líderes lúcidos y perceptivos si entendemos que cada uno de los liderados también está disperso en sus propios deseos y metas. Debemos estar próximos a ellos para ayudarlos a que logren sus objetivos, pero también inspirarlos para que incorporen el compromiso de brindarse sin dispersiones y con entusiasmo al proceso corporativo. En forma simple, es el dicho popular de vestir la camiseta, entendiendo que son ese equipo y esa empresa los que le permiten desarrollarse hacia las metas personales prefijadas.

No es difícil. Es estar cerca, ser parte de la vida de los liderados. Esta elección permitirá apoyarnos mutuamente para multiplicar éxitos, superar fracasos y convertirnos en algo mejor cada día. Ese es el verdadero progreso.

Hasta la próxima semana.

Los cisnes negros están procreando

Según afirman los estudiosos del tema, hasta el descubrimiento de Australia los habitantes del Viejo Mundo estaban firmemente convencidos de que todos los cisnes eran blancos. Fue suficiente la aparición de una de estas aves con otro color, para echar por tierra una afirmación que se había sostenido durante siglos.

Este ejemplo de una rareza ha sido tomado como analogía para explicar o, mejor dicho, tratar de entender situaciones que ocurren en forma imprevista, que nadie logró percibir con antelación y que son de una gran importancia por cómo influyen en el mundo. Hoy, la expresión cisne negro remite a un hecho que se caracteriza por ser imprevisto, raro y de fuerte impacto.

Este tipo de situaciones existen desde hace milenios, pero es indudable que en la dinámica de nuestros tiempos se aceleran vertiginosamente.

Ante esto me pregunto si es acertado invertir una gran carga de horas para generar análisis y proyecciones estratégicas a largo plazo, cuando generalmente los analistas se basan en datos que ya están pasados de tiempo y las propias personas que los realizan aplican modalidades y lógicas incorporadas en estudios realizados a veces en décadas anteriores. Hoy, analizar datos de uno o dos años de antigüedad me brinda la misma certeza que conversar con mi abuela (si viviera) sobre los últimos adelantos tecnológicos.

Pienso que sería mucho más efectivo desarrollar una mayor capacidad de adaptación a los hechos fortuitos que seguirán ocurriendo, en lugar de gastar tantas horas en generar y administrar estudios a futuro, que tendremos que ir modificando fuera de la planificación, como consecuencia de lo sorpresivo.

Soy de la idea de mantener lo que ya me ha mostrado su eficiencia. Esta propuesta se contrapone a una tendencia a suponer que cambiar es sinónimo de bueno. En muchas oportunidades lo que funciona y ya fue probado debe ser mantenido. Podemos interpretarlo como una decisión que nos ofrece, como alternativa de cambio, el no cambiar.

Tengamos también el cuidado de filtrar la información y a los generadores de datos. La información es casi siempre tendenciosa. En cuanto a los consejeros, elijamos escuchar a los que nos muestren haber obtenido resultados concretos en el área en que aconsejan.

La cantidad de datos e información que recibimos nos confunde, formateando y alineando el pensar hacia metas que son parte de un futuro incierto y plagado de estos cisnes negros que están saludables y con ansias de multiplicarse.

De las acciones importantes que fui realizando en mi vida, las más certeras y que me permitieron avanzar hacia buenos resultados fueron guiadas por la intuición y no por un análisis de posibilidades. Es más, en varias oportunidades los analistas me recomendaban no tomar esas decisiones, porque sus previsiones indicaban que me llevarían al fracaso. No fue fácil, hubo que atravesar zonas de dudas y turbulencia, pero el resultado valió la pena.

No sugiero dejar de hacer un estudio de posibilidades y metas futuras, pero sí realizarlo como un ejercicio de visión, considerando que dentro de nuestro campo visual existen variables que no siempre observamos. Para ello, trabajar sobre el desarrollo de la capacidad adaptativa, que está ligada a muchos factores que el ser humano no siempre considera como fundamentales. Me refiero a cosas tan simples e importantes como alimentarse bien, entrenar el cuerpo de manera inteligente, reeducar las emociones, aprender siempre, administrar el estrés, elevar la capacidad de concentración y autoconocimiento.

Resumiendo, lo que quiero expresar es que debemos estar preparados, individual y corporativamente. Tener recursos para adaptarnos con rapidez a las muchas situaciones que con seguridad tendremos que enfrentar, en un mundo que cambia vertiginosamente.

Reducir las megaestructuras burocráticas, costosas y rígidas, en las cuales las decisiones de cambio son cuestionadas y se demora demasiado para modificar el rumbo.

En las estructuras verticales, permitir que estas se alimenten de conocimientos y propuestas que surjan desde abajo, enriqueciendo la toma de decisiones de las áreas de dirección.

Pensemos más en lo que viene que en lo que ya pasó. Estemos ágiles para sobrellevar la velocidad de un mundo que día a día nos anuncia cisnes negros preparándose para alzar vuelo.

Hasta la próxima semana!!!