Liderazgo: La discrepancia entre la autopromoción y sus resultados reales.

En un mundo cada vez más enfocado en la imagen y la percepción, no es raro encontrar a personas que se autoproclaman como grandes líderes, pese a no haber logrado éxitos significativos en sus propias trayectorias personales.

Estos individuos, hábiles en la autopromoción, saben cómo construir una narrativa convincente sobre sus supuestas habilidades y visión, pero al examinar más de cerca sus logros, se revela una desconexión evidente entre lo que dicen y lo que realmente han conseguido.

En general suelen destacarse más por su capacidad de autopromoción que por sus logros tangibles. Utilizan su carisma, elocuencia y habilidades sociales para crear una imagen de éxito, a menudo inflando o distorsionando sus experiencias pasadas. Hablan con seguridad sobre cómo dirigir equipos, implementar estrategias o transformar organizaciones, pero en su historial personal, faltan evidencias concretas de tales éxitos.

Este fenómeno se agrava en entornos donde la apariencia puede ser más valorada que la sustancia. En lugar de resultados medibles, se apoyan en la retórica, en la capacidad de contar una historia atractiva o en la habilidad de relacionarse con personas influyentes. Así, logran posicionarse en roles de liderazgo, a menudo en detrimento de aquellos que sí han demostrado su competencia a través de resultados reales.

Para quienes buscan un liderazgo genuino, es crucial mirar más allá de las palabras y examinar los hechos. Un verdadero líder no necesita proclamar su grandeza, porque sus acciones y logros hablan por sí mismos. La experiencia y el éxito en una carrera personal son indicadores clave de la capacidad de una persona para guiar a otros, fomentar el desarrollo de sus liderados, enfrentar desafíos y tomar decisiones acertadas.

El peligro de seguir a estas autoproclamadas estrellas radica en que, sin una base sólida de experiencia y logros, carecen de la perspectiva y la sabiduría práctica necesarias para enfrentar situaciones cambiantes. Pueden llevar a equipos o incluso a organizaciones enteras por caminos equivocados, basándose más en sus deseos de reconocimiento que en un auténtico deseo de servir y liderar eficazmente. Es habitual ver consejeros que pretenden enseñar a otros cosas que ellos mismos no han realizado con éxito.

El liderazgo verdadero se demuestra en la práctica, y quienes realmente tienen la capacidad de liderar no necesitan vender una imagen; sus resultados hablan por ellos. Como decía el genial Woody Allen “las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas”

En un mundo lleno de incertidumbre, la verdadera guía no vendrá de quienes se presentan como infalibles, sino de aquellos que, con honestidad, admiten no tener todas las respuestas, pero que invitan a la búsqueda conjunta de la verdad.

Hasta la próxima, Edgardo.

Empresas buscan el bienestar de sus equipos para generar productividad y riqueza.

Las empresas saben que deben cuidar el principal capital, sus equipos de colaboradores. Las opciones son muchas, pero todas deben ser de fácil implementación, con costos accesibles y principalmente placenteras para ser mejor aceptadas.

Lo diferente en el abordaje de nuestra propuesta es que constituye una visión práctica, efectiva y con resultados inmediatos. No se trata de teorizar sino, por el contrario, de estimular a los integrantes de la empresa a incorporar en su vida diaria entrenamientos progresivos, utilizando técnicas eficientes para estar tanto en plena forma física como obtener inteligencia emocional, mayor concentración, y la sensibilidad intuitiva que genera la meditación. Además, el método revierte la sensación de agotamiento y provoca una verdadera inyección diaria de vitalidad, alegría e interacción con los demás integrantes del equipo de trabajo. Es un cambio radical de atmósfera dentro de la empresa, lo cual representa una de las principales consecuencias de su implementación.

¿Por qué motivo presidentes y directores de grandes empresas interrumpirían su trabajo para meditar, respirar o entrenar su cuerpo en forma inteligente? Lo que ellos constataron es que dedicando algunos minutos a la práctica de estas técnicas en medio del día de trabajo, no solo reducían drásticamente las tensiones musculares, el estrés y la presión arterial, sino que también obtenían un aumento de la creatividad, el rendimiento y la administración de conflictos.

Es habitual que, durante la práctica, alguno de los participantes pida permiso y deje de practicar por unos instantes para hacer anotaciones. Lo que ha ocurrido en ese momento es un fenómeno conocido como intuición. Un descubrimiento de valor inestimable aflora al plano consciente del practicante. Es un flash intuitivo de sabiduría.

Claro que esto no es un proceso mágico, todo lo contrario: funciona si ponemos en práctica la gran cantidad de herramientas que nos permiten modificar condicionamientos limitantes para tener una vida plena y productiva.

Actualmente, los participantes que deben viajar con frecuencia, pueden mantener una rutina básica de entrenamiento en forma remota en cualquier habitación de hotel.

En mi experiencia de más de tres décadas de estudio y utilización de este sistema puedo afirmar que entre otras consecuencias positivas su aplicación revierte la sensación de agotamiento y provoca una verdadera inyección diaria de vitalidad, alegría e interacción con los demás integrantes del equipo de trabajo. Recuerdo hace unos años, en una empresa muy importante en la cual brindábamos nuestros servicios, el manager de salud ocupacional escuchaba risas y expresiones alegres de los participantes de una clase y con entusiasmo me dice: eso es lo mas importante para mi y un objetivo para nuestra empresa, escuchar la alegría de nuestra gente.

Recordemos no hacer una dicotomía entre el trabajo y el resto del día. La vida merece ser vivida siempre.

Aprender de los niños.

Hace unos días observaba a la mamá de un hermoso bebé, en una instintiva y tierna conversación. Ella realizaba diversos sonidos acompañados de gestos y el niño trataba de imitarlos iluminando su carita con asombro y sonrisas divertidas. Los sonidos eran solo eso. No tenían un significado particular, no eran palabras ni frases codificadas. Solo estímulos sonoros, cargados de expresividad, amor y energía maternal, viajando desde la mamá al niño que, atento, intentaba retribuirlos.

Al observarlos, en mi mente florecían recuerdos de mis hijos cuando eran muy pequeños y de tantos otros niños que en algún momento iniciaron ese aprendizaje tan complejo, bello y sutil que es la comunicación con los otros seres.

La escena me hizo entender en forma práctica que los humanos traemos una necesidad de comunicarnos, como la tienen también todos los integrantes del reino animal. La diferencia es que en nuestras queridas mascotas ese lenguaje es innato, y en los Sapiens se requiere un aprendizaje de códigos que varía de cultura en cultura.

Este conjunto de sonidos y gestos que nos permite comunicarnos está profundamente vinculado a una manera de pensar. Las palabras evocan imágenes, las imágenes predicen a nuestra mente realidades, generan reacciones biológicas y emocionales, transmiten certezas o dudas, se transforman en acciones y mantienen activa esa fascinante maquinaria que es la comunicación humana.

Ahora bien, volviendo a mi pequeño maestro -que me está enseñando cómo se comunica sin todavía saber los códigos de lenguaje que durante años deberá incorporar-, observo que el vínculo de confianza con su mamá es el gran paso para establecer el deseo de entenderse.

Y allí está un importante nudo que dificulta el entendimiento, la falta de confianza con el otro. Traslademos la situación a un ejemplo simple: cuando alguien toca a nuestra puerta, si confiamos le abrimos, lo recibimos sonrientes, le ofrecemos hospitalidad y lo dejamos ingresar a nuestro espacio. Estaremos predispuestos a recibir su persona y su mensaje. En una conversación ocurre lo mismo: podemos abrir la puerta de acceso a nosotros, recibirlo con alegría e interesarnos por lo que tiene para decirnos con la intención de comprenderlo, o bien bloquear, cerrar, no escuchar y en algunos casos desencadenar violencia, de la cual no siempre es posible retornar. Generalmente esto ocurre por paradigmas incorporados.

Si el lenguaje y la comunicación están entonces tan ligados a la cultura formativa, debemos poner atención en revisar, actualizar y hasta modificar barreras preestablecidas. Recordemos que frecuentemente repetimos actitudes de las cuales no nos sentimos orgullosos.

Reacciones que incorporamos generalmente por imitación y utilizamos sin pensar. Si no lo modificamos, en cada oportunidad que esto ocurre el paradigma o condicionamiento se actualiza y fortalece. Si hay ganas, siempre podremos mejorar y lograr que muchas puertas comiencen a abrirse.

Hoy, millones de otros seres humanos están distribuidos en el planeta, con costumbres y formas diferentes, deseando vincularse. La tecnología impulsa la conexión y nosotros debemos favorecer la comunicación que establece la conexión. Hacerlo es reducir fronteras y un ejercicio para humanizarnos. Gracias, pequeño maestro por hacerme reflexionar.

Hasta la próxima semana…

Preservemos la transmisión del conocimiento

Foto por Redd Angelo

La transmisión del contenido de antiguas filosofías es fundamental para la preservación y continuidad de tradiciones intelectuales y culturales muy valiosas. Cada una de esas tradiciones contienen profundos conocimientos y perspectivas que han sido refinadas a lo largo de siglos de empirismo y debemos lograr que las generaciones futuras puedan acceder a esos valiosos tesoros.

La transmisión directa de maestros a discípulos permite que se mantengan las sutilezas y matices de esas enseñanzas, que podrían ser malinterpretadas o descontextualizadas si únicamente se basaran en textos escritos.

Una de las principales características de esta relación entre maestros y discípulos es fomentar que el conocimiento que se transmite no se limite exclusivamente a lo informativo, siendo importante también el aspecto formativo.  

Si bien es importante pasar contenidos teóricos también se fomenta el desarrollo personal y ético, especialmente en momentos de encuentros informales que fortalecen las buenas relaciones humanas.

Los que enseñan estas antiguas tradiciones son verdaderos custodios de la autenticidad de origen, evitando modificar su esencia, sin embargo, pueden producir algunas adaptaciones a las circunstancias contemporáneas, haciendo que estas ideas sigan siendo relevantes y útiles en contextos modernos. Esta adaptación es esencial para que la filosofía no se convierta en un mero objeto de estudio histórico, y constituya una herramienta viva para la vida actual.

La mejor forma de conseguir un entendimiento más profundo de estos contenidos es que en las clases y actividades culturales los que están en fase de aprender puedan hacer preguntas y exponer sus opiniones y dudas a los que enseñan, logrando de esta forma   explorar contenidos en profundidad. En este intercambio se logra una comunicación más profunda, enriquecida por las percepciones y sensaciones que producen los matices de la buena comunicación. Momentos especiales que todos recordamos de nuestras épocas de alumnos.  

La creación de comunidades de aprendizaje y práctica, donde las ideas pueden ser discutidas, desafiadas son vitales para la vibrante vida intelectual y cultural que asegura la continuidad de las tradiciones filosóficas, pero también su evolución.

En resumen, la transmisión del conocimiento filosófico de maestros a discípulos es crucial no solo para preservar las antiguas enseñanzas, sino también para garantizar su relevancia y vitalidad en el mundo contemporáneo. En el DeROSE Method mantenemos viva esta práctica que permite que la sabiduría acumulada continúe fluyendo y enriqueciendo la vida de las personas, a lo largo del tiempo.

Hasta la próxima semana.

Identidad y sentido de misión.

La identidad de una persona es un construcción compleja, tejida a partir de una variedad de elementos que incluyen la genética, la cultura, las experiencias personales, y, crucialmente, los ideales y aspiraciones que uno elige seguir. Un ideal de vida no solo proporciona ir en una dirección determinada, sino que también actúa como un espejo en el que se refleja la esencia de nuestra identidad.

La identidad se forma desde que nacemos, momento en que comenzamos a absorber influencias del entorno que nos rodea: la familia, la comunidad, la educación, y la sociedad en general. Sin embargo, más allá de estas influencias externas, existe una dimensión interna donde reside nuestra capacidad de reflexión y autoevaluación. Es en esta dimensión donde los ideales de vida se descubren, se definen y juegan un papel crucial.

Al definir lo que consideramos valioso y significativo, los ideales nos ayudan a tomar decisiones coherentes con nuestras aspiraciones más profundas.

La coherencia en la identidad se logra cuando nuestras acciones y decisiones están alineadas con nuestros ideales. Esta congruencia proporciona un sentido de integridad y autenticidad. Cuando actuamos en conformidad con nuestros ideales, sentimos que estamos siendo verdaderos con nosotros mismos, experimentando una profunda satisfacción y una sensación de estar viviendo la vida que deseamos.

Por otro lado, la disonancia entre nuestros ideales y nuestras acciones puede llevar a una fragmentación de la identidad. La incoherencia puede generar conflictos internos, culpa y una sensación de vacío. Por eso, la elección de nuestros grupos de pertenencia, nos permite reforzar un poder gregario que fortalece la posibilidad de seguir avanzando en el camino elegido.  

El ideal elegido puede parecer difícil de alcanzar, sin embargo actuará como una estrella polar que siempre permanece fuera de nuestro alcance. Sin embargo, esta dificultad no disminuye su valor; al contrario, lo enaltece. En el momento de elegir nuestras profesiones, debemos tener en cuenta que sensación nos produce imaginarnos dedicándonos a esa tarea durante años. Toda profesión debería ser adoptada principalmente por vocación, ideal, deseos de crecimiento personal, sentimiento de misión y deseo de impactar positivamente en el mundo que habitamos. Si logramos esto, la realización económica será consecuencia inevitable de nuestra entrega a ese ideal de vida.

En el DeROSE Method los que elegimos ser profesores reforzamos cada día nuestra identidad de docentes y disfrutamos de preparar el mayor número posible de excelentes instructores con el deseo de perpetuar nuestra herencia cultural, promocionar las buenas relaciones humanas, la ética y el desarrollo personal.  

Hasta la próxima semana

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Formar o informar.

El término escuela deriva del latín schola y se refiere al espacio al que los seres humanos asisten para aprender. El espacio donde se forjan las voluntades y se proyectan las acciones.

Es el ámbito ideal para relacionar la voluntad a la esperanza: la fuerza inconmensurable de la voluntad es el fuego que templa y fortalece la esperanza de un futuro promisorio.

Las antiguas tradiciones culturales daban un enorme valor a la tarea del que enseña. Lo elevaban al status de una persona sagrada. Esta valoración se debía al conocimiento transmitido, al acto mismo de enseñar. Si se enseñaba una filosofía o rama del arte que se consideraba sagrada, por añadidura el que ejercía la tarea de transmitirla era indicado como una persona especial y como tal debía ser tratado.

En la India, la palabra guru, en sánscrito, tiene un significado muy bello: es aquel que disipa las tinieblas, en coincidencia con otras escuelas filosóficas que nos han transmitido la idea de que la oscuridad no existe, lo que existe es la falta de luz.

El maestro, entonces, es reconocido socialmente por su tarea de disipar la oscuridad trayendo generosamente la luz del saber. En esas escuelas antiguas se aplicaban algunos principios didácticos y pedagógicos de gran valor, que deberían mantenerse vigentes. Entre ellos, el principio formativo y no únicamente informativo. El docente puede hacer mucho en el desarrollo de quien aprende si logra comprometerse en la formación integral de la persona y despertar el entusiasmo de revisar comportamientos y principios éticos. Por este motivo las escuelas del DeROSE Method suman a las valiosas técnicas de sus programas formativos relaciones humanas, inteligencia emocional y otras habilidades de comportamiento – soft skills – para contribuir a un proceso real de superación personal.

Esto requiere un compromiso del docente: instalar una coherencia real entre dichos y hechos. Como señalaba George Steiner, “la única licencia honrada y demostrable para enseñar es la virtud del ejemplo.”

Todos debemos incorporar este valioso principio de conducta, en razón que todos enseñamos, de manera formal o informal, ya sea en la familia, en las relaciones laborales, en los ámbitos de estudio. Enseñar constituye una característica humana que al ejercerla también humaniza. Seamos conscientes de ello.

A partir de allí, pondremos en marcha un movimiento de cambio que podrá ser la génesis de un mundo mejor.

¡Hasta la próxima semana!

La aspiración humana a ser libres.

Cada día lo vivo como una aventura del conocimiento y la observación de las conductas humanas.

La variedad de reacciones que tenemos ante los mismos hechos es realmente inconmensurable. En ese mosaico de reacciones, observo que hay un gran miedo, tal vez inconsciente, a un valor fundamental: la libertad.

Como decía Jean Jacques Rousseau, el hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado. Y justamente hacia esa línea de análisis dirijo mi reflexión. Al estado de libertad interior, absoluta, que supera grillos o cadenas de todo tipo.

Como las propias palabras limitan una de nuestras libertades, la de expresión, veamos qué podemos decir del concepto absoluto. Según los diccionarios de filosofía, ab solutus significa desligado de ataduras, algo que no depende de nada, que tiene su propia razón, causa y explicación en sí mismo. Para mí, una forma de referirse al Autoconocimiento.

Y aquí empiezan mis barullos internos cuando observo que la aspiración humana a ser libre, por la cual el hombre ha luchado y continúa haciéndolo, se resume en un solo recurso: imponer una libertad sobre otra.

Debemos reconocer que, como especie, vamos muy lento. En términos de paradigmas, emociones y reacciones, hoy somos un modelo antiguo, a pesar de la acelerada evolución tecnológica. Reaccionamos habitualmente como hace miles de años, motivados por la ira o el miedo.

Y para fundamentar nuestras reacciones, necesitamos encasillar al otro dentro de alguna característica que lo diferencie. Su piel, su credo, su afinidad política, su simpatía deportiva. La sociedad resultante puede ser peligrosamente similar a la que describe George Orwell en su novela 1984.

Sin embargo, soy optimista y creo que el primer gran cambio necesario es volcar la atención hacia nosotros mismos. Conocernos más, saber si lo que hacemos es producto de una elección verdadera y consciente, o se trata de un hábito adquirido por herencia cultural y repetido sin analizar. A partir de allí podremos relacionarnos mejor con los demás.

El uso de técnicas surgidas en culturas milenarias, como concentración y meditación, constituye una herramienta que nos permite reconocer nuestros condicionamientos, sostenerlos o modificarlos, si así lo deseamos. Un inicio para abrir la puerta hacia la ansiada libertad y la felicidad que esto nos genera..

Desde mi experiencia personal lo recomiendo. Vale la pena intentarlo. Tal vez aprendamos a ser libres entre seres libres.

Hats la próxima semana.

Cuestión de piel.

La piel está considerada el órgano más grande y extenso del cuerpo. Cubre una superficie casi equivalente a dos metros cuadrados y, según los anatomistas, puede pesar hasta diez kilogramos. Sirve como barrera protectora frente el medio externo, al tiempo que mantiene la homeostasis.

Posee diversas funciones, pero la que más me interesa destacar es la de ser la frontera sensible de nuestro cuerpo con el mundo que nos rodea. Su sensibilidad nos da información sobre lo que tocamos, la presión de lo que nos toca, la temperatura ambiente y, con mucha precisión, nos transmite sensaciones de placer o dolor.
Además, y para seguir maravillándonos con esta vestimenta que traemos desde que nacemos, también nos expresamos por medio de ella: nos sonrojamos, palidecemos, el pelo se nos eriza y hasta emanamos aromas de acuerdo con la variada gama de emociones humanas que podemos experimentar.

Se trata de una membrana única que une las distintas regiones de nuestro paisaje
corporal, dándole la apariencia de lo que Whitman denominó “el cuerpo completo”.
La piel es fantástica, merece nuestro homenaje. Es gracias a ella que estamos dentro del mundo y el mundo está dentro de nosotros, decía Alfred North Whitehead, matemático y filósofo británico que trabajó en investigaciones durante años junto a Bertrand Russell y sostenía la premisa de que “todo está lleno de vida”, en la intención de devolverle a la naturaleza el valor que poseía para los filósofos de la antigüedad.

Justamente la piel nos conecta con la vida, especialmente con el mundo sensorial. Qué triste sería una vida sin percibir todo el espectro de sensaciones que nos brinda la más hermosa vestimenta que poseemos.
Y no solamente me refiero a la piel joven y tersa. Cuánta hermosura expresa la piel de los ancianos, dándonos la sensación de que en cada uno de sus surcos se guardan misterios, experiencias, saberes, recuerdos, sensaciones, soles, humedades de lágrimas emocionadas y tantas otras memorias escritas sobre esa membrana/frontera, que debería servir para unirnos más que para separarnos.
Las pieles también nos muestran diversidad de colores. Paleta variada que en muchas culturas y épocas sirvió para calificar o descalificar a quienes, sin poder elegir la suya, debían vestirla y vivir las consecuencias.

Hace más de cinco mil años, en la antigua India, el color de piel –llamado en sánscrito varna– fue el origen de la división en castas de la población. Se intentaba de esa forma impedir el cruzamiento racial, para proteger la supremacía de los invasores de ascendencia aria.
En 1951 Jean Cocteau declaraba “qué raro que esos americanos, que desprecian a la gente de color, estén tan ansiosos por dejar que el sol los vuelva tan oscuros como sea posible”, enfatizando la discriminación que existía hacia los que eran simples portadores de otras tonalidades de piel.

El mundo, que comenzaba a sensibilizarse y buscaba avanzar hacia la inclusión, ha sido demorado en ese deseo por causa de una pandemia que nos obligó a incorporar, con tristeza, la distancia social. Ojalá que todos colaboremos para lograr que las pieles vuelvan a ser membranas que nos conecten y nos aproximen de manera sincera y espontánea.
¡Montones de hermosos abrazos nos esperan.!

El mentor y el consultor, diferencias y similitudes.

El mentor y el consultor son dos figuras muy importantes, que realizan una tarea que frecuentemente se confunde. Voy a analizar algunas características de cada una, y a establecer diferencias y similitudes.

Qué es un mentor: una persona con experiencia de vida y que además posee conocimientos en un área específica. Proporciona orientación, consejo y apoyo a otra persona menos experimentada, conocida como discípulo o aprendiz (en inglés, mentee). La relación de mentoría se basa en la confianza, el respeto mutuo y generalmente en la obra que el mentor ha realizado. Tiene como objetivo ayudar al discípulo a desarrollarse profesional y personalmente. El rol del mentor es, por lo tanto, crear un proceso de aprendizaje seguro y productivo, al tiempo que ayuda al aprendiz a entender y aceptar que el aprendizaje y el desarrollo pueden ser una actividad difícil y a menudo incómoda. Las culturas antiguas preservaban la relación entre Maestro y discípulo para la transmisión del conocimiento, con una propuesta formativa y no meramente informativa. Esta forma de enseñanza, útil e inspiradora, en la Red DeRose se aplica de manera orgánica y eficiente.

Algunas características que podemos indicar en un mentor:

Experiencia comprobable: los mentores suelen tener una trayectoria profesional, conocimientos profundos en un campo específico y una vida ética con realizaciones comprobables, que son motivo de inspiración para el aprendiz.

Seguridad para orientar: capacidad para brindar consejos y sugerencias que ayuden al discípulo a desarrollar la capacidad de discernir y tomar decisiones con mayor certeza. El buen mentor no complejiza; por el contrario, logra simplificar lo difícil.

Apoyo: de ser necesario proporciona apoyo emocional y motivacional, para que el discípulo pueda superar desafíos y obstáculos, sin generar dependencia. Es habitual que el mentor coloque límites fuertes que pongan a prueba al discípulo.

Instalar el deseo de superación: ayuda al autoconocimiento del aprendiz y, en consecuencia, a identificar limitaciones y potenciar habilidades socioemocionales y competencias, necesarias para que logre alcanzar sus metas.

Recomendar vías de conocimiento: puede conectar al discípulo con otras personas, sugerir lecturas, entrenamientos, cambios de paradigmas y otros recursos valiosos para su evolución. El mentor busca con generosidad la evolución integral del discípulo, posibilitando incluso ser superado por él.

Qué es un consultor: es un profesional que proporciona asesoramiento experto en un área específica a organizaciones o individuos que necesitan ayuda para resolver problemas, mejorar procesos o tomar decisiones informadas. Los consultores suelen trabajar en proyectos temporales y pueden especializarse en diversas disciplinas: estrategia empresarial, tecnología, recursos humanos, marketing y finanzas, entre otras.

A continuación, algunas diferencias entre la relación con un mentor o con un consultor, en términos de objetivo, duración, enfoque, naturaleza de la interacción y compromiso y responsabilidad:

Objetivo

Mentor: el objetivo de la mentoría es el desarrollo personal y profesional a largo plazo del discípulo. La relación está centrada en el proceso de autoconocimiento y crecimiento. Se aplica la observación desde otras perspectivas, se busca despertar el sentido autocrítico del discípulo y, en consecuencia, se favorece su crecimiento personal.

Consultor: el propósito de la consultoría es resolver problemas específicos, mejorar procesos o aportar conocimientos especializados para proyectos concretos. La relación está centrada en obtener resultados tangibles y específicos en un corto o mediano plazo.

Duración

Mentor: la relación de mentoría suele ser a largo plazo y puede durar varios años. Es una relación continua que evoluciona con el tiempo.

Consultor: la relación de consultoría es generalmente de corta o mediana duración, limitada al tiempo necesario para completar un proyecto o resolver un problema específico.

Enfoque

Mentor: el enfoque es holístico y puede abarcar múltiples aspectos del desarrollo del discípulo, incluyendo habilidades profesionales, desarrollo personal y ético.

Consultor: el enfoque es específico y orientado a problemas. Se centra en áreas concretas donde se necesita asesoramiento experto, como mejorar la eficiencia operativa, desarrollar una nueva estrategia o implementar nuevas tecnologías.

Naturaleza de la interacción

Mentor: la relación es personal y se basa en la confianza y el respeto mutuos. Los mentores a menudo actúan como modelos a seguir y pueden compartir experiencias personales.

Consultor: la relación es profesional y transaccional. Los consultores son contratados para brindar soluciones específicas y la interacción está orientada a resultados técnicos.

Compromiso y responsabilidad

Mentor: actúa como guía y consejero, pero el éxito depende del esfuerzo y la aplicación del discípulo. Es una relación profunda de lealtad y compromiso.

Consultor: tiene una responsabilidad directa en producir los resultados acordados en el contrato de consultoría. Su éxito se mide por la efectividad de sus recomendaciones y la implementación de sus soluciones.

Desde mi experiencia de décadas de ejercer mentorías, encuentro en la robustez de la relación maestro-discípulo —que cuenta con miles de años de experiencia práctica— el mejor de los formatos para favorecer la evolución personal.

Hasta la próxima semana.

Edgardo.

Concedernos nuestra propia libertad…

Mucho se ha escrito sobre esta palabra, mucho se ha hecho en nombre de este bien, muchos ofrendaron su vida para frenar el avance de aquellos que pretendían cercenar libertades de cualquier índole.
Himnos, marchas, canciones, poemas, esculturas, pinturas y diferentes manifestaciones artísticas  expresaron esa innegable necesidad humana de sentirse libre y luchar contra la opresión. Nada de lo que nutre nuestra historia ha sido en vano. Esfuerzos y sacrificios nos permitieron construir una forma de vivir en donde existen más libertades y posibilidades.
Cuantos nombres quedaron grabados en mentes y corazones, como emblemas del sentimiento de “ser libres”.
Sin embargo, existe un concepto de libertad que es más profundo. Que trasciende los derechos sociales y las conquistas políticas. Es la libertad interior del hombre: esa conquista que solamente podremos obtener instalando la vocación de libertarnos de nuestros condicionamientos y que conlleva a  la superación. Un deseo anhelado por filósofos y pensadores de todos los tiempos y diversas culturas.
Albert Camus, el célebre escritor y ensayista que obtuviera el premio Nobel de literatura nos dejó una frase muy interesante: “La libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor.”
Desde este pensamiento, podemos afirmar que efectivamente la conquista de la verdadera condición de libre, el ser humano debe buscarla  desde el deseo de mejorar. Instalando  la voluntad de modificar la raíz de los condicionamientos y paradigmas que nos llevan a actuar por inercia y no siempre por elección consciente.
No se entiendan mal mis palabras, no se trata de un pensamiento individualista para aislarse, recluirse o no participar de las causas justas y necesarias que nos permitan obtener mayores libertades sociales, por el contrario, la intención es estar totalmente integrados a la sociedad. Y justamente, para ser más útiles y solidarios, debemos ser más libres, auténticos y lúcidos.
No es fácil porque cada uno de nosotros es a la vez cincel y escultura. Somos nosotros mismos los que debemos observarnos, para superarnos, para construirnos cada día.
Como la práctica es mucho más valiosa que la teoría, hagamos un simple ejercicio: sentémonos cómodos, cerremos los ojos y hagamos un par de respiraciones profundas y nasales para aquietarnos. Primero el cuerpo, luego la respiración que empieza a ser más lenta y sutil. Gradualmente se irán aquietando las emociones y pensamientos. Ya en este estado de mayor introspección  imaginemos que podemos observarnos a nosotros mismos, desde un plano más elevado. Veamos cómo transcurre un día de nuestras vidas. Que hacemos, que nos causa placer y que cosas no nos gusta hacer. Observemos nuestros hábitos y costumbres. En este momento la realidad adquiere otra dimensión, todo es pequeño, analizable y posible de cambiar o mejorar.
Algunas cosas están bien, pero tal vez no sean suficientes. Otras, las hacemos sin conciencia, sin haberlas elegido, sin placer.
Algunas obedecerán a elecciones realizadas y desearemos mantenerlas. Tal vez realicemos un trabajo que no nos gratifica y podamos recordar aquella cosa que nos apasionaba y que dejamos de hacer, pero siempre anidamos el deseo de retomar.
Observemos  nuestro cuerpo, nuestra forma física, nuestra salud general. ¿Está temporalmente olvidado? ¿Necesitamos ocuparnos más de él? ¿Y nuestra alimentación es inteligente y se adapta a nuestra actividad? ¿Podemos mejorar nuestra situación afectiva o familiar?
Elijamos algo para modificar o potenciar, sabiendo que esa decisión incidirá para mejor en nuestra calidad de vida y estaremos ejerciendo el derecho a nuestra libertad de elección, a construir la vida que verdaderamente deseamos vivir y que es el derecho de todo ser humano. La llave de tu libertad, está en tus manos.
Sin olvidarnos de la recomendación del Escritor DeRose: La libertad es nuestro bien más precioso. En el caso de tener que confrontarla con la disciplina, si esta violentase a aquella, opte por la libertad.

Hasta la próxima semana.
Edgardo Caramella

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