Siempre me llamaron la atención los ojos. Los hay brillantes, limpios, encendidos…, otros nos miran desde la tonalidad azulada, verdosa o grisácea.
También opacos, sin luz…, y aquellos que son llamativamente oscuros como el azabache. Diversidad de formas y colores, en ojos que expresan, conectan y a
veces también, furtivamente, prefieren escapar.
Desconecté los míos un instante. Me detuve a pensar en la importancia de la mirada y empezaron a llegarme recuerdos de ellas a borbotones: ojos enamorados, sorprendidos, entristecidos, pasmados o pícaros. Expresivos o apáticos, simpáticos y empáticos, vitales o sin brillo… Una vía maravillosa de comunicación que ocasionalmente suma, a la simple mirada, el arqueamiento de una ceja o un parpadeo sugestivo.
Y también me conecté con alusiones acerca de los ojos, de autores que, en
diferentes escritos o ante variadas situaciones, se han expresado sobre su
importancia.
Una expresión en verdad intensa requiere la cooperación de los ojos. Mirar con
fijeza y fulgor transmite poderosos mensajes. En la mitología griega, la
Gorgona Medusa, hermana mortal de Esteno y Euríale , convertía en piedra a
todo aquel que la mirara a los ojos. Si lo sabría Perseo, que tuvo que valerse
de la imagen de la Gorgona reflejada en su escudo para lograr acercarse lo
suficiente y decapitarla.
La vista reina sobre los demás sentidos. Deberíamos degradarla para
jerarquizar cualquiera de los otros. René Descartes afirmó que toda la
conducción de la vida depende de nuestros sentidos, de los que la vista es el
más noble y universal.
Para San Mateo el ojo era… la lámpara del cuerpo… A su vez, Leonardo Da
Vinci afirmaba que el ojo, denominado la ventana del alma, es el principal
medio para apreciar la forma más completa y profusa de las infinitas obras de
la naturaleza. El artista florentino ponderaba especialmente la vista como el
instrumento más certero con que cuenta el artista para reconocer formas y
estructuras.
La dependencia que tiene el cerebro de este órgano inspira las más intrincadas
ideas simbólicas y constituye una fuente de inspiración para entrar al plano de
lo metafórico.
Los ojos son el espejo del alma, nos dice la expresión popular. Tal vez por ello,
conscientes de ese reflejo del fulgor interior, muchos prefieren ocultarse en la
impersonalidad que brindan los anteojos oscuros.
Concuerdo con Italo Calvino cuando afirmaba que contemplar los propios ojos
no es nada fácil; sin embargo, como cualquier situación, trato de utilizarla para
entender y aprender nuevas cosas.
En la compleja tarea de la relación humana, la mirada constituye una de las
principales herramientas para establecer empatía, incluso en el abrazo cálido
que podemos dar sin necesidad de tocarnos.
Recordemos que la conexión sensorial no es un complemento de la relación humana: es su fundamento, por ello, ninguna pantalla puede reemplazar lo que ocurre cuando dos miradas se encuentran sin intermediarios.
Hasta la próxima.








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