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La necesidad de adaptación de los líderes

Sabemos que la sociedad cambia velozmente de costumbres. Este proceso se acelera alcanzando una velocidad que genera vértigo y nos obliga a entender los cambios en lugar de rechazarlos; subirnos a las tendencias y ver cómo manejamos los grupos humanos, dentro de las actuales modalidades de relaciones más flexibles.

Conduzco grupos desde hace tiempo y, consciente de estos vertiginosos giros, opté por no oponerme y, por el contrario, aprovechar esa energía a mi favor.

Recuerdo los años en que viví en Iguazú, provincia de Misiones, donde practicaba remo en los caudalosos ríos Iguazú y Paraná. Allí aprendí que hay momentos en que, en lugar de agotarse remando contra la corriente, es más inteligente dejarse llevar por ella y sutilmente orientar la embarcación hacia la costa, disfrutando del remanso.

Actualmente, la tarea del líder es desarrollar una afinada intuición para estar atento a los cambios o movimientos en ciernes, sin perder la visión.

El liderazgo vertical se ha ido modificando hacia una estructura horizontal, en la cual la tarea es más la de un coordinador/facilitador que la de un líder que conduce desde el poder.

Está muy claro que quien acepta el lugar de líder de grupo debe saber que no se trata de un privilegio, sino de aceptar la responsabilidad de velar no sólo por su desempeño sino, sobre todo, por el éxito de las otras personas.

Coincido plenamente con la opinión de Peter Drucker, uno de los pensadores en el área de negocios y liderazgo más influyentes de la historia: “el éxito, así como la felicidad, no debe ser buscado; debe ser una consecuencia, y esto solo se produce cuando el efecto colateral, no intencional, de la dedicación de una persona a una causa, es más grande que ella misma.”

Los líderes actuales deben ser conectivos. Esto implica lograr una plena integración de sus grupos, buscando valores compartidos que faciliten la convivencia y permitan llevar adelante con eficiencia el trabajo necesario para cumplir las metas.

Los buenos resultados en la actualidad son consecuencia del aporte de varios. Las ideas y realizaciones son colectivas. Los líderes deben aprender a cambiar plásticamente de rol en los equipos. Si el líder sabe que un comandado tiene mayor talento para enfrentar un problema o lograr un resultado, mostrará su capacidad y adaptabilidad delegando temporariamente en él la coordinación del grupo.

Por experiencia puedo afirmar que en todas las oportunidades en que adopté esta táctica, en lugar de haber perdido autoridad, se reforzó mi imagen y se fortalecieron los buenos vínculos con el grupo.

Para que esto funcione, el líder o coordinador debe estar atento y perceptivo de las emociones, deseos, situaciones familiares y personales que afectan a cada uno de los integrantes de su grupo. Y realizar un trabajo de docencia, instalando un proceso de humanización, respetando los límites éticos y comportamentales que surgen de los valores que el propio equipo fije para su convivencia.

Recordemos que nunca la suma de las partes será mayor que la fuerza de un grupo sinceramente unido y dispuesto a obtener un fin determinado.

¡Hasta la próxima semana! 

 

El futuro depende de nosotros

Foto por: Sanah Suvarna

Hace un mes y medio tuve la satisfacción de recibir un hermoso título: soy abuelo. Llegó a nuestra vida familiar una bella beba, que después de varios debates y con un poco de lobby que apoyé sin dudar, recibió el nombre de Emilia.

No pensé que este paquetito tibio, movedizo y demandante pudiera tocarme tan íntimamente y, lo que es más sorprendente para mí, hacerme pensar más en el futuro.

Anoche, mientras la tenía en mis brazos y trataba de encantarla con un nuevo sonajero que le compré, de esos que tienen una variedad infinita de luces y sonidos, me di cuenta de algo: mi visión y proyección hacia el futuro habían ganado una dimensión muy interesante, ampliándose hacia una temporalidad menos limitada.

Es una sensación repentina de haberme asociado de manera incondicional a sus décadas de vida futura con mayores ganas de aportar para generar un mundo mejor.

Es muy posible que los amigos que ya pasaron por esto estén pensando que no descubro ni relato nada nuevo, que son experiencias comunes. Sin embargo, me refiero principalmente a que mi visión y proyección sobre el futuro, que ya poseía, ahora corrió su foco mucho más adelante. La vara que sostiene la zanahoria se extendió notablemente.

Basándome en mi propia experiencia, suelo comentar que es muy importante estar al lado de un ser querido cuando en forma biológica y natural llegue al final de su vida y, en la otra punta del camino, vivir la experiencia fantástica de estar presente en un parto.

Tuve la fortuna de experimentar más de una vez ambas situaciones, que me conectaron con un entendimiento natural y empírico de ese proceso casi misterioso que a todos nos involucra.

Ahora, me atrevo a decir que la experiencia de un nieto que nace me proyecta y entusiasma a recorrer con esta pequeñita el trayecto que empieza, que es desafiante, incierto y a la vez fecundo.

Si bien cada mañana me levanto de la cama ambicionando trabajar para que sea una jornada constructiva, Emilia desde sus ojitos asombrados me conecta con todos los niños del mundo y en consecuencia con nuestra responsabilidad para abrazar el futuro pensando en ellos. Como afirma Santiago Bilinkis en su libro Pasaje al futuro, el desafío de adaptación que se viene será difícil y debemos prepararnos para ello.

Necesitamos una reeducación comportamental para dejar de lado la alta dosis de egoísmo que existe y trabajar solidariamente con el fin de entregarles una sociedad más humana y en franca evolución.

¡Gracias, Emilia!!!

El desafío del relevo generacional

Foto por Thomas Brault

En el último fin de semana tuve la oportunidad de conversar con algunos jóvenes de diferentes edades, integrantes de los grupos sociales llamados Y o Millennials y la denominada generación Z.

Estos últimos son los nacidos entre 1994 y 2009, y su presencia empieza a ser más notable porque se van incorporando al ámbito laboral y comienzan a reclamar activamente su espacio en el mundo. Una de sus principales características es haber nacido con Internet y utilizar las nuevas tecnologías con tanta habitualidad como una pelota o un pato inflable en otras épocas, lo que marca su aprendizaje y sus formas de sociabilizar.

Por lo que voy observando, la mayoría atravesó junto a sus familias, crisis económicas y políticas que impactaron en su personalidad, en su lógica y en la forma de acceso a sus deseos y metas. Como consecuencia poseen una agilidad precoz para crear emprendimientos con poca inversión, estructuras móviles y relaciones jerárquicas en las que se estimula el feedback, la descontracción y el deseo de una ética más auténtica.

Dan gran importancia al cuidado del medio ambiente, la ecología, los problemas sociales y de participación ciudadana, apuntando por esta vía a cambiar el mundo desde una gran dosis de descreimiento en los sistemas de gobierno y políticos actuales.

Son muy talentosos en obtener el mayor rédito en el uso de las tecnologías y valoran la experiencia, la intuición y lo vocacional en el aprendizaje.

Percibo que estos Z suelen aplicar otro estilo de emprendedorismo, con más logros que los Millennials, quienes frecuentemente sienten un elevado nivel de frustración ante los obstáculos.

No es mi intención hacer un análisis profundo de estos jóvenes, pero sí observar que todos convivimos con distintos grupos que poseen grandes capacidades y nos ofrecen la excelente oportunidad de aprender juntos, aportando experiencias y aptitudes obtenidas en diferentes momentos históricos.

Es una oportunidad de relevo generacional promisoria, y los líderes de más edad deberán estimular la creatividad y velocidad de estas generaciones cargadas de talento, sin trabar su flujo creativo y acompañándolos para atravesar etapas de desánimo cuando los obstáculos aparezcan. Las nuevas generaciones, junto a sus muchas capacidades, poseen una frecuente fragilidad. Las generaciones anteriores suelen contar con una mayor robustez para enfrentar obstáculos.

Para los que tenemos más años, mi consejo es que conversemos de igual a igual con estos talentosos jóvenes que, utilizando otras formas, impulsan revoluciones en todas las áreas. Esta unión de talentos y experiencia será para ellos la mejor manera de equilibrar la virtualidad con una realidad que por mucho tiempo requerirá de voluntad y empeño sostenido para ser modificada.

Quien tenga la responsabilidad de conducir estos grupos reduciendo las naturales fricciones de la convivencia generacional, tendrá en sus manos la posibilidad de lograr conquistas que ni siquiera logramos imaginar.

Personalmente, me fascina la sensación de plasticidad que trae la convivencia con generaciones tan diversas.

Hasta la semana próxima!