En el último fin de semana tuve la oportunidad de conversar con algunos jóvenes de diferentes edades, integrantes de los grupos sociales llamados Y o Millennials y la denominada generación Z.
Estos últimos son los nacidos entre 1994 y 2009, y su presencia empieza a ser más notable porque se van incorporando al ámbito laboral y comienzan a reclamar activamente su espacio en el mundo. Una de sus principales características es haber nacido con Internet y utilizar las nuevas tecnologías con tanta habitualidad como una pelota o un pato inflable en otras épocas, lo que marca su aprendizaje y sus formas de sociabilizar.
Por lo que voy observando, la mayoría atravesó junto a sus familias, crisis económicas y políticas que impactaron en su personalidad, en su lógica y en la forma de acceso a sus deseos y metas. Como consecuencia poseen una agilidad precoz para crear emprendimientos con poca inversión, estructuras móviles y relaciones jerárquicas en las que se estimula el feedback, la descontracción y el deseo de una ética más auténtica.
Dan gran importancia al cuidado del medio ambiente, la ecología, los problemas sociales y de participación ciudadana, apuntando por esta vía a cambiar el mundo desde una gran dosis de descreimiento en los sistemas de gobierno y políticos actuales.
Son muy talentosos en obtener el mayor rédito en el uso de las tecnologías y valoran la experiencia, la intuición y lo vocacional en el aprendizaje.
Percibo que estos Z suelen aplicar otro estilo de emprendedorismo, con más logros que los Millennials, quienes frecuentemente sienten un elevado nivel de frustración ante los obstáculos.
No es mi intención hacer un análisis profundo de estos jóvenes, pero sí observar que todos convivimos con distintos grupos que poseen grandes capacidades y nos ofrecen la excelente oportunidad de aprender juntos, aportando experiencias y aptitudes obtenidas en diferentes momentos históricos.
Es una oportunidad de relevo generacional promisoria, y los líderes de más edad deberán estimular la creatividad y velocidad de estas generaciones cargadas de talento, sin trabar su flujo creativo y acompañándolos para atravesar etapas de desánimo cuando los obstáculos aparezcan. Las nuevas generaciones, junto a sus muchas capacidades, poseen una frecuente fragilidad. Las generaciones anteriores suelen contar con una mayor robustez para enfrentar obstáculos.
Para los que tenemos más años, mi consejo es que conversemos de igual a igual con estos talentosos jóvenes que, utilizando otras formas, impulsan revoluciones en todas las áreas. Esta unión de talentos y experiencia será para ellos la mejor manera de equilibrar la virtualidad con una realidad que por mucho tiempo requerirá de voluntad y empeño sostenido para ser modificada.
Quien tenga la responsabilidad de conducir estos grupos reduciendo las naturales fricciones de la convivencia generacional, tendrá en sus manos la posibilidad de lograr conquistas que ni siquiera logramos imaginar.
Personalmente, me fascina la sensación de plasticidad que trae la convivencia con generaciones tan diversas.
Hasta la semana próxima!
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