Considero muy importante poseer valores. Son nuestros bordes, nuestros muros de contención para avanzar dentro de límites precisos de conducta. No diré cuáles, dado que son muy variados y cada persona debe elegirlos, sintiéndose libre de hacerlo.
En la propuesta del DeROSE Method, los conceptos son valores fundamentales para incorporar si deseamos ser mejores seres humanos cada día. La vocación de hacerlo ya hace la diferencia.
En la elección habrá factores culturales de gran influencia, muchos de ellos ligados a los hábitos que fuimos incorporando como consecuencia de nuestra educación y que, como acto de libertad y responsabilidad, tendremos que revisar para modificarlos si ya no nos identificamos con ellos.
Existe un valor que considero de fundamental importancia: la lealtad. La destaco entre otros porque no es un valor más, una virtud más, sino que por ella, para ella, hay valores y virtudes.
Como dice el filósofo André Comte-Sponville, ¿qué sería de la justicia sin la lealtad de los justos, o de la paz sin la lealtad de los no violentos, o de la verdad sin la lealtad de los sinceros?
La lealtad y la fidelidad, dos valores que mantienen cierto grado de vinculación entre sí, están ligados a la memoria. Es el compromiso de mantener vivos por medio de la memoria los acuerdos, los pactos, los juramentos, las promesas o un determinado conocimiento de valor que preservaremos con fidelidad para que no se pierda. Es darle valor a la verdad y no mentirse a sí mismo. No se trata de ser perfecto, porque nadie lo es; simplemente ser leal, comprometido y serio.
Las antiguas tradiciones recurren a rituales que impactan en el emocional del que lo atraviesa. Periódicamente esos rituales se repiten y de esa forma la memoria está impregnada y actualizada.
Y, como toda cosa que adquiere el grado de virtud, la lealtad debe ser noble y positiva. Advierto que no se trata de una fidelidad obligatoria, sino voluntaria. Es un valor que nos hace dignos y nos fortalece ante el mundo y ante nosotros mismos.
La lealtad es aplicable en aspectos muy amplios y difíciles de enumerar. Su opuesto es la deslealtad. Desleal es aquél que desaparece cuando el camino es oscuro, nos dice Tolkien. Me producen decepción y tristeza las deslealtades, especialmente cuando las observo en personas queridas o por las cuales sentía admiración.
Desde hace décadas estudio y practico filosofías antiguas y casi todas son acompañadas por Códigos Éticos en los cuales la fidelidad y la lealtad ocupan un importante lugar como principios rectores de las conductas humanas. Esto nos muestra que para alcanzar mayores grados de autoconocimiento, libertad y felicidad, esas virtudes son parte de los cimientos sobre los cuales se debe construir la persona.
La lealtad se desarrolla en la elección consciente; implica cumplir con un compromiso aun frente a circunstancias cambiantes o adversas. Reitero que la lealtad deseable no es de cualquier tipo: es una lealtad positiva, elegida y noble.
¡Hasta la próxima semana!
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