Por Edgardo Caramella

La mujer llegó a la unidad coronaria con dolor de pecho y diagnóstico de infarto. A los 51 años, atravesaba una crisis de estrés, y era ese mismo trastorno el que los médicos identificaban como la causa del evento coronario. Pero al someterla a estudios exploratorios en busca del origen del infarto, los cardiólogos encontraron, para su sorpresa, que no había ninguna arteria obstruida.

Estaban frente a una variedad aún no descripta de una afección cardíaca llamada enfermedad de Tako-Tsubo en la que, víctima del estrés, una parte del corazón no se contrae al bombear sangre, lo que hace que la persona experimente el dolor característico del infarto.

“La enfermedad de Tako-Tsubo, llamada también cardiopatía inducida por estrés, fue descripta por médicos japoneses que observaron que pacientes con síntomas de infarto y cuyo electrocardiograma sugería un infarto, en realidad no tenían arterias obstruidas sino que el extremo del corazón se deformaba tomando la forma de un balón”, explicó a LA NACIÓN el doctor Fernando Botto, jefe de la Unidad Coronaria e Internación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).

Tako-Tsubo es una palabra japonesa que denomina a unos canastos que se usan para pescar pulpos, cuya forma se asemeja a la del corazón de quienes padecen esta afección, en la que el “embalonamiento” del corazón no se produce en su extremo, sino en el medio del ventrículo.

La descripción del caso fue publicada recientemente en la revista International Journal of Cardiology.

El caso relatado por los científicos constituye una de las tantas manifestaciones o reacciones que nuestro cuerpo utiliza para defenderse del ataque que le produce el estrés excesivo y constante.

¿Cómo prevenir esto? En primer lugar con una actitud diferente, tomar conciencia que estos procesos avanzan de manera progresiva, silenciosa, y cuando los síntomas nos llaman la atención, a veces ya es tarde.

El SwáSthya Yôga, Método DeRose, es una alternativa excelente para aprender a través de técnicas y entrenamiento, a administrar el estrés. No se trata de palabras, métodos nuevos que se encuentran en la fase experimental o tendencias new age.

Hablamos del Yôga Antiguo, con un bagaje de experiencia de más de 5.000 años. Una filosofía práctica que nos devuelve la fortaleza, el vigor, la conciencia y los demás atributos que son propios de la especie humana y que no utilizamos plenamente por falta de entrenamiento.

Técnicas de vocalización de sonidos y ultrasonidos, técnicas respiratorias, técnicas para limpiar el organismo en profundidad, más de 3000 técnicas corporales para conquistar flexibilidad, fuerza y resistencia, técnicas para aprender a relajarse a voluntad, concentración, meditación y otras, integran el vasto conjunto de posibilidades que posee el Método.

No esperes que el cuerpo te grite, escúchalo cuando te susurra.

Edgardo Caramella
Presidente de la Federación de Yôga de Buenos Aires (FIPPYBA)