Hoy en día, la sociedad requiere de distribución más justa y equitativa de ingresos, de bienes, de servicios y condiciones de vida confortables. Es una transición interesante más visible desde el fin de la esclavitud y el inicio de la llamada era industrial.
Estamos en la era del conocimiento y la comunicación. Un proceso vertiginoso de cambio y aceleración, que confirma el recurrente e impreciso vaticinio de los futurólogos: todo cambiará. Las condiciones de vida y laborales, deben adaptarse a las necesidades humanas y viceversa.
Se precipita un cambio de sistema en donde la calidad de vida y la relación entre las personas estarán en un lugar más destacado.
Hoy es necesario tener en cuenta que las personas no son cosas o partes de una máquina productiva y comprender al hombre como un ser complejo e integral que posee necesidades que trascienden las elementales de comer, vestirse y procrear, extendiéndose a un concepto de realización más amplio.
Sin embargo, el sistema conlleva una competencia feroz que a veces confunde y nos hace creer que es el comportamiento necesario y único de la naturaleza humana. Esto no es así, la competencia es una posibilidad que, bien utilizada, como en un enfrentamiento deportivo, puede ser positiva.
No estamos obligados por nuestra genética a matarnos unos a otros, aunque esto sea una alternativa posible. Sin embargo, estamos convenciéndonos de que lo único que vale es el objetivo, incluso hasta en el deporte.
Construimos un círculo, levantamos barricadas, nos separamos de los demás viendo que todos quieren apoderarse de algo que es nuestro y no deseamos compartir.
Nuestras actitudes y elecciones dependen de condicionamientos, a veces muy arraigados y que generan una tendencia comportamental que pensamos la única y a veces en forma preocupante: estamos convencidos de que es la mejor.
Cuando competimos, podemos hacerlo para superarnos y sin la necesidad de liberar un impulso asesino obligatorio. Puede haber ciertas tendencias, pero siempre tenemos la opción de elegir las formas que utilizaremos para obtener nuestros objetivos y metas.
Estamos en una sociedad en la que prevalece un alto egoísmo y valores que implican codicia e intereses únicamente personales, solo ratifica que estamos ejerciendo la vida con valores incorporados desde niños.
Si miramos hacia otros grupos sociales y culturales podremos rescatar diferentes formas de relaciones humanas, priorizando la cooperación, la solidaridad, la confianza mutua, el incuestionable valor de la vida en todas sus formas, la tolerancia de la diversidad, la relación con la naturaleza y el cuidado ambiental. La aceptación de estos valores comportamentales solo será posible si se comienza a transmitir como Cultura social en los colegios, en la familia y principalmente como un ejercicio diario de compromiso de incorporación de estas premisas y utilizarlas personalmente en todo lo que realicemos.
Christian Felber, autor de Nuevos Valores para la economía, afirma que “cuando nos tomamos las absolutamente razonables molestias de dirigir nuestro comportamiento colectivo por leyes deberíamos poner el mismo cuidado en que estas leyes nos lleven en la dirección correcta – de las virtudes humanas – y no promuevan nuestros vicios y debilidades”.
Tenemos que volver a unir la actividad económica a los valores humanos, a la ciencia del progreso ligado a la capacitación, a la solidaridad, a la distribución que premia justamente a los que – individuos y empresas – utilizan e incentivan la honestidad, las relaciones humanas, la solidaridad, la voluntad de compartir, la unión.
Como un verdadero adelantado a sus tiempos, el escritor DeRose desde hace seis décadas, nos transmite técnicas y conceptos para entrenar y fortalecer los valores que hoy ya se empiezan a buscar como el aire puro. Estamos frente a un agotamiento de las conductas y paradigmas que impiden al hombre ser más feliz, para lograr una mejor calidad de vida y generar más riqueza, como consecuencia de sus actos y no como meta sin importar los medios.
Instalemos la vocación de trabajar sobre lo que somos para hacer mejor lo que hacemos. Puedo afirmar que al hacerlo nuevas opciones irán surgiendo. Vale la pena intentarlo.
Edgardo Caramella
Muy bueno, gracias 🙂
Un beso!
Gracias por el texto Edgardo, me encantó! A seguir trabajando con idealismo en las cosas que creemos!!
Así es!!! Abrazo
Gracias por compartir!
Abrazo!