En los equipos de trabajo, los líderes deben tratar de descubrir y potenciar los talentos facilitando que cada persona crezca y se desarrolle. Lo ideal para un buen líder es que todos los integrantes de su equipo lleguen a ser mejores que él. Así logrará más resultados y contará con la autoridad natural y verdadera, surgida del reconocimiento de sus comandados.

Cuenta una historia que un joven, revisando cosas en desuso, encontró una lámpara de bronce. Sin perder tiempo comenzó a frotarla con fuerza hasta que lo sorprendió la aparición de un duende que le dijo: Soy el genio de la lámpara. Gracias por liberarme de mi encierro. En compensación, te puedo conceder un único deseo. Pide lo que quieras.

El joven, sorprendido ante la aparición, pensó en lo que el genio le ofrecía y le respondió: Gracias, genio. Lo que quiero pedirte es que me concedas un talento único, algo que me haga ser especial en mi ciudad.

El genio sonrió, emitió una estentórea carcajada y con voz grave dijo: Amigo mío, lamentablemente ese pedido no lo puedo satisfacer, porque no puedo darte lo que ya tienes. Tu talento ya te fue concedido, ahora tendrás que descubrirlo.

Esta breve historia nos recuerda que cada persona tiene atributos singulares, capacidades innatas que le son propias, aptitudes o inclinaciones que, si se las estimula y potencia, se desarrollarán en forma de habilidades únicas y especiales.

En general, desde niños estamos familiarizados con un formato educativo que inhibe capacidades o las aplasta, conduciendo a las personas a la mediocridad. Así se llega a matar la creatividad. Lo más habitual es prestar atención a las fallas en lugar de estimular lo positivo. Por ejemplo, si en una escuela un alumno tiene bajas notas en matemática y excelente rendimiento en música, padres y maestros pondrán más énfasis en las áreas de bajo rendimiento, desestimulando la aptitud principal. También vale la pena cuestionar la calificación dada a las áreas de conocimiento. Por ejemplo, ¿quién decidió que la música o la educación física son menos importantes que las ciencias exactas? No es casual que en las empresas se trate de entrenar a los ejecutivos y áreas de dirección en lo que se suele llamar “las artes blandas” con el deseo de que sean más flexibles y adaptables.

Los líderes deben ser observadores e intuitivos para descubrir lo mejor de cada uno y facilitar su desarrollo. Un buen líder utiliza su lugar para ejercer docencia en todas las formas posibles.

Al talento debe agregarse conocimiento, estudio y práctica. Constituye la mejor inversión para lograr buenos resultados y mayor riqueza.

Hasta la próxima semana.