Foto por Manuel Nageli

Al observar a grandes directores de orquesta, sus diferentes estilos y personalidades, empecé a relacionar su compleja tarea con la que ejercen los líderes de organizaciones, buscando similitudes y diferencias.

Richard G. Strauss, Daniel Barenboim, Zubin Mehta, Lorin Maazel, Riccardo Muti, todos son grandes directores de orquesta, con marcados estilos. Es interesante verlos dirigiendo para observar sus gestos, su expresividad y movimientos corporales. Las diferencias son enormes y, sin embargo, cada uno de ellos ha logrado crear coordinación y armonía en su orquesta, con reconocidos resultados.

Para José Luis Turina, director artístico de la Joven Orquesta Nacional de España, “una orquesta está integrada por un gran número de personas, que puede oscilar entre cuarenta y ciento veinte músicos, o incluso más. Todos ellos tienen que tocar su parte, pero con idénticos criterios de velocidad, ritmo, volumen sonoro, carácter, etc…”

El director se ubica siempre en una tarima que lo coloca en un nivel más elevado con relación al resto de los intérpretes. Esa posición no es para marcar diferencia de categoría, sino para facilitar que los ejecutantes puedan verlo a la vez que tocan. Así se logra aunar la interpretación de todos los integrantes. Los líderes de organizaciones también deben desarrollar una visión diferenciada, de mayor alcance, como vigías que observan a la distancia para percibir peligros o situaciones que normalmente otros no advierten.

Cuando un director de orquesta se enfrenta a una obra por primera vez, tiene que pasarse horas y horas frente a la partitura para analizar todos los detalles y examinar las directrices que quiere marcar. Los conductores de grupos deben conocer en profundidad lo que se busca lograr para poder ejercer la docencia entre sus liderados.

Cuanto más profunda sea la comprensión del sentido de lo que se está haciendo, ese conocimiento e identificación con la obra del compositor, más fácil le será al director hacer que su propuesta seduzca al grupo humano de la orquesta. El director coordina, une, establece el ritmo y logra, al contagiar su propia pasión, que todos se enamoren de la música. El líder también inspira y comparte sus sueños con el grupo.

Como se puede observar, existen muchas coincidencias con la tarea de liderar grupos en las organizaciones laborales. Como afirma Itay Talgam en su charla TED: “la tarea más importante del director es lograr armonía”. Para mí, esta frase es una clara definición del rol principal de todo líder.

Además, unir a las personas que integran el grupo logrando que trabajen enfocadas en un fin determinado, favorece un clima de fecundas relaciones humanas, fuerte empatía y generación de riqueza.

¡Hasta la próxima semana!