En general, todos queremos conquistar metas y resultados. Sabemos que en nuestro actual mundo tan competitivo, para lograrlo, debemos no únicamente saber la teoría, también es necesario saber hacer.
El primer punto empieza con el descubrimiento y la aceptación que se aprende en la acción, y para ello debemos ejercitar y fortalecer nuestra fuerza de voluntad conscientemente. Esta fuerza se manifiesta de muchas formas: como un deseo de éxito que abarque todos los campos, con el sentimiento más definido de quiero hacerlo y lo haré o motivados por el espíritu de compromiso a realizar aquello que consideramos de suma importancia para uno o para otros.
Lo difícil es que esta intención no se acabe en el deseo y que pronto, otro nuevo deseo apague o sustituya el anterior y así pasemos el tiempo saltando de deseo en deseo, sin concretar nada y sufriendo después la sensación frustrante del fracaso o de la típica culpa. Por ello, al llegar la idea que fortalece el deseo debemos ponernos en acción y utilizar ya esa energía creativa.
La voluntad puede representarse como tenacidad, resolución o terquedad en la
búsqueda de un logro personal. Yo considero que es un potencial que se activa
mediante disciplina y entrenamiento. Es como la energía eléctrica que sabemos que está en el ambiente y debemos actuar sobre ella para generar luz o calor. Tratándose de la voluntad, para que funcione y sea una fuerza transformadora de simples deseos en realizaciones concretas, debemos entrenarla e insisto, fortaleciéndola en la acción.
Entrenada, será una potencia que nos ayudará a movilizar los poderes que poseemos y no siempre aprovechamos. No tenemos en cuenta que existen muchos aspectos que deben ser considerados para nuestro entrenamiento. Un cuerpo físico que necesita de buena alimentación y energía para moverse como deseamos, un plano emocional que debemos alimentar de buenos estímulos para que genere emociones y pensamientos constructivos, intuición y otros aspectos más sutiles que hacen parte de nuestra complejidad estructural. Busquemos realizar entrenamientos integrales que unan todas nuestras capacidades, alineándolas en la dirección deseada y con miras a un conocimiento que integre la acción a la teoría.
Debemos comenzar con pequeñas metas y pequeños logros. Sin espasmos, de forma continua, reforzando la autoestima, venciendo los temores que en la mayoría de los casos están ligados a condicionamientos por fracasos anteriores o influencia cultural.
Generar una mente firme y una actitud de confianza que nos permita tomar decisiones propias, con base en la intuición y la experiencia propia más que en consejos de dudosas fuentes que prometen resultados que ellos mismos no han conseguido. Como menciona Nassim Taleb: «la destreza para hacer cosas es diferente de la destreza para venderlas».
Para reforzar nuestra autoestima, independencia de criterio y autosuficiencia es necesario combinar el saber y el hacer con la voluntad de poner las manos a la obra sin demora. Con sentido práctico el escritor DeROSE nos recomienda: “están los que se sientan y lloran y están los que se levantan y hacen”. ¡Hasta la próxima semana!
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