Autor: edgardo (Página 26 de 29)

Conceptos sobre liderazgo

Lider involucrado

Existen muchas formas de conducir grupos humanos y opiniones diversas  acerca del tema. Conduzco personas desde hace décadas y puedo alertar que  los  tiempos han ido cambiando, las necesidades sociales e individuales son  otras y esto nos obliga a replantear las formas de liderazgo.

El hombre actual no se satisface únicamente con el beneficio económico;  requiere sentir que está participando de un proceso que lo incluye. Necesita  sensaciones que beneficien su autoestima, su percepción de realización personal, y esto lo proyecta hacia logros futuros.

Desde mi experiencia liderando grupos diversos, me permito sugerir que lo primero es dejar de lado la imagen del líder duro y rígido, que marcaba constantemente el poder de su posición intimidando, dando órdenes y aplicando castigos a los que no se sometían a sus directivas.

Un líder que aplique esta manera de conducción, estará indefectiblemente condenado al fracaso en la obtención de las metas, como así también en su evolución como conductor. Y, lo que es peor, quedará solo y aislado totalmente.

Hoy es necesario generar confianza. Ya no podemos pensar en mandar sino en persuadir. En lograr una sinergia de los integrantes del equipo de colaboradores. El líder debe ser un facilitador que descubra los talentos y capacidades de sus comandados para que sumen esas capacidades a la tarea y todo el grupo interactúe en un aprendizaje circular que irá creciendo como un espiral ascendente.

Deberá cuidar y atender las necesidades de los coworkers, estableciendo relaciones humanas de confianza, apoyo recíproco, interés en la tarea y evolución personal. A su vez el grupo de colaboradores debe involucrarse en todo sentido, aportando sus energías físicas, emocionales y mentales en pos de un fin determinado que constituye su norte, su objetivo.

Entre los muchos elementos que debe compartir el líder con su equipo se encuentra la información. Existen quienes, por temor y con el deseo de preservar su lugar de poder, no pasan la información a los demás, marcando una diferencia de conocimiento que lo único que va a generar es un empobrecimiento de los resultados y el desinterés de los colaboradores. La información es combustible y como tal debe llegar al grupo, para transformarse en energía creadora.

Hoy tenemos herramientas tecnológicas que facilitan el flujo de información, pero no debemos dejar de lado frecuentes encuentros personales, en los cuales la mirada, el abrazo y la palabra sincera fortalecen vínculos que son la llama que forjará la unión verdadera.

Esto no significa que todos deban amarse en profundidad. Se trata de generar vínculos de unión, de respeto, de alianza estratégica e inteligente que se colocarán por sobre las diferencias emocionales, a fin de llevar adelante una planificación estratégica y la concreción de metas y resultados establecidos como directriz por el líder.

Otro elemento poderoso que solidifica la unión del grupo y lo enaltece son los valores. Debemos lograr que predominen la ética, la verdad, la solidaridad y la aplicación de conceptos básicos de ciudadanía, tolerancia y buenas maneras. El líder debe ser ejemplo coherente de ello, esforzándose constantemente, permaneciendo disponible las 24 horas y capacitándose siempre. Tendrá que seguir creciendo como ser humano y compartiendo su conocimiento con los demás.

Para ello recomiendo usar más el “nosotros” y muy poco el “yo” como manera de pensar, ser, sentir y expresarse. Esto permitirá al líder mantener su lugar y la aceptación de sus comandados. Preservará la autoridad obtenida como consecuencia, y no únicamente por el poder que le fue asignado.

Recordemos que la autoridad surge de la aceptación por parte del grupo, que lo reconoce como el más capaz para conducirlos. El poder, en cambio, es muchas veces recibido por circunstancias que no son inherentes a la capacidad del que lo posee.

Insisto con la tarea de compartir información porque genera aceptación, agradecimiento, y libera una energía que irá multiplicándose en forma exponencial.

La tarea del líder implica una gran responsabilidad, porque el grupo de liderados recibe de él e incorpora conductas que pasan a ser propias. Esto parece difícil, pero se torna fácil si se es sincero y, como consecuencia, proporciona una gran felicidad, en virtud de que es una forma de docencia progresiva, un vínculo de ida y vuelta entre los integrantes del equipo.

Por ello, recordemos que, si queremos desempeñarnos como buenos líderes, debemos intentar construir nuestra mejor versión como seres humanos. ¡Trabajar sobre lo que somos para hacer mejor lo que hacemos!

 

 

El poder de la virtud

Cuando se menciona laplatón y discípulo palabra virtud, parece conducirnos a un terreno de poca practicidad. A la mayoría le trae reminiscencias de filósofos y culturas antiguos, en los cuales las especulaciones teóricas buscaban dar respuesta a las inquietudes existenciales. En nuestro tiempo de velocidad y creciente ansiedad por alcanzar resultados rápidos, no parece algo que interese demasiado.

Sin hacer juicios de valor comparando tiempos pasados y presentes, siento la necesidad de rescatar con urgencia la importancia de las virtudes, analizándolas desde una visión pragmática y superadora para aquél que las incorpora a su vida cotidiana.

Tengamos en cuenta que virtud deriva del latín virtus y significa conjunto de cualidades propias de la condición de hombre. También fuerza, vigor o valor, y como sentido derivado, perfección moral.

Si partimos de la etimología de la palabra podemos deducir que incorporar y sostener una virtud es un acto de fuerza y valor que colocará al que se conduce de forma virtuosa por encima de las situaciones cotidianas que debe enfrentar. Puedo aseverar por experiencia propia que vivir y relacionarse respetando valores y conceptos virtuosos generará menos complicaciones en nuestros días.

¿Cómo podemos definir las virtudes que son propias de las cosas y de los hombres? Trataré de ejemplificarlo basándome en una inteligente comparación de André Comte-Sponville al decir que la virtud de un cuchillo es cortar bien, independientemente de la mano que lo sostenga o del objeto que pretenda cortar… ¿Y qué pasa con nosotros, los humanos?

Bien, este es el punto. Debemos diferenciar el hecho biológico de ser homínidos del hecho cultural y comportamental de ser humanos. Nuestro compromiso es avanzar hacia la humanización, y para ello precisamos incorporar valores esenciales que nos diferencien como especie y que, al comportarnos dentro de esos parámetros, nos permitan evolucionar individual y colectivamente, además de facilitar la convivencia.

Ya Aristóteles nos enseñaba que vivir dentro de los valores y virtudes es una disposición a hacer el esfuerzo para conducirnos bien. Sin embargo, estemos atentos para comprender que no se trata de un concepto teórico, sino de una incorporación práctica de esa disposición en cada cosa que realicemos.

Ya la disposición para hacer el esfuerzo de ser mejores marca una actitud positiva que influirá en nuestras conductas y, por consecuencia, en todos aquellos que integran nuestro entorno social.

Algunos pensarán que es una propuesta ingenua, presuntuosa o incluso mentirosa. Sin embargo, hay pocas cosas más gratificantes que ver a un hijo o a un alumno asumiendo actitudes virtuosas, y sentir la satisfacción de haber logrado transmitir valores por medio del ejemplo y la convivencia. Vale la pena, seremos más felices, más libres y humanos.

Edgardo Caramella

Consultor en Alta Performance

Método DeRose

Contruir la propia historia

picasso-libertadEl comienzo de este escrito fue consecuencia de la motivación que generó en mí una lacónica frase atribuida al célebre y discutido Charles Darwin: “la historia se repite”. Un pensamiento que nos invita a iniciar reflexiones profundas y como consecuencia, elecciones que podrían generar estados de mayor libertad y felicidad.
Si observamos nuestra vida y la de aquellos que integran nuestros círculos más próximos, podremos reconocer con facilidad que actuamos por imitación. Copiamos habilidades, gestos, formas de comunicarnos, lenguaje, maneras de festejar, de alimentarnos, de reaccionar emocionalmente ante las circunstancias y una incontable cantidad de otras posibilidades.
Una de las explicaciones que me genera este análisis es que la propia cultura nos disciplina y sin percibirlo, creemos que hacemos elecciones cuando en realidad procedemos en base a modelos establecidos que se vienen repitiendo de acuerdo a regiones geográficas, costumbres familiares, raciales, culturales, religiosas, etc.
Estos estilos o hábitos de vida, crean paradigmas muy fuertes, al punto que salirse de ellos significa la condena por parte de la mayoría. La sociedad generalmente percibe esta rotura del molde pre establecido como algo incómodo y muchas veces desestabilizante.
Esta generalización de los comportamientos, reprime la creatividad y principalmente va horadando lentamente la libertad. Esta necesidad inherente a todos los seres vivos puede reprimirse o tolerarse por un tiempo, hasta que finalmente comienzará a producir una sensación visceral de inevitable infelicidad. Lo más triste es que condicionados por los fuertes paradigmas adquiridos, no se suele relacionar la infelicidad a la restricción de libertades.
Thomas S. Kuhn en su extraordinario libro La estructura de las revoluciones científicas nos revela como la propia ciencia analiza las investigaciones bajo la influencia de sus paradigmas temporales. También Erwin Schrödinger,premio Nobel de Física se pregunta en su libro Mente y Materia si existe un mundo real que podemos distinguir de las imágenes que la percepción inyecta en nosotros o este mundo podrá ser muy distinto al que percibimos.
Estimado lector, tome este análisis como un mensaje de alerta para que se observe y analice el lugar en el cual se encuentra, su momento de realización, lo conseguido hasta hoy, su historial, sus deseos y si lo tuviera, su proyecto de crecimiento y conquistas futuras. No hay forma de proyectarse hacia el futuro si no logramos un cierto grado de autoconocimiento.
Edgardo Caramella

De ojos y percepciones…

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPor circunstancias que no siempre tienen explicación, ayer amanecí viendo manchas y líneas que aparecen entre el objeto observado y mi ojo izquierdo. Según el diagnóstico de los médicos que me asistieron se solucionará con gotitas, reposo y paciencia.

Mi sabia abuela Eleonora solía repetir una frase que nunca supe si era propia o ajena, pero cargada de pragmatismo: “mientras la naturaleza cura la medicina entretiene”.

Y así ando estos días, tratando de observar el mundo a través de las variadas y extrañas formas que me devuelve mi ojo, transformado en un túnel caleidoscópico. La primera reflexión es comprobar que las cosas pueden ser extraordinariamente diferentes para cada observador, de acuerdo al filtro que se interpone entre lo observado y el ojo que observa.

La dependencia que tiene el cerebro de estos pequeños órganos inspira las más intrincadas ideas simbólicas, y constituye una fuente de inspiración para entrar al plano metafórico.

El ojo es el Rey. Deberíamos degradarlo para jerarquizar cualquier otro sentido. Descartes expresó que toda la conducción de la vida depende de nuestros sentidos, de los que la vista es el más noble y universal, y mucho antes Leonardo Da Vinci le rendía honores, diciendo que es el ojo, denominado la ventana del alma, el principal medio para apreciar la forma más completa y profusa de las infinitas obras de la naturaleza.

Los ojos son el espejo del alma, nos dice la expresión popular. Tal vez por ello, conscientes de este reflejo del fulgor interior, muchos prefieren ocultar sus hipocresías habituales cubriéndolos con la impersonalidad que brindan los anteojos oscuros.

Concuerdo con Italo Calvino cuando afirmaba que contemplar tus propios ojos no es nada fácil; sin embargo, como cualquier situación, trato de utilizarla para entender y aprender nuevas cosas. Todo es tan vasto y desconocido en la fascinante experiencia del autoconocimiento que, si lo ejercitamos, nos convierte en incansables intronautas.

La concentración y la meditación son herramientas valiosas para desarrollar otras capacidades poco exploradas.

Como nos anunciaba el inspirado Salvador Dalí, eterno viajero a otras dimensiones: Mientras estamos dormidos en este mundo, estamos despiertos en otro.

Edgardo Caramella

Consultor en Alta Performance y Calidad de Vida – Método DeRose

 

El valor del tiempo

Ganar-tiempo

Es habitual que cuando algún bien comienza a escasear, su valor aumente en forma proporcional a la demanda. Esta realidad puede aplicarse no solamente a mercaderías y servicios, sino también a elementos más sutiles.
Observemos lo que ocurre con el tiempo. Menos tangible en comparación con objetos o elementos de la dimensión física, constituye sin embargo un elemento que marca nuestras vidas de manera sustancial.
Como decía Borges, el tiempo es la materia de la cual he sido creado. Y el genial escritor no se equivocaba en esta afirmación, porque somos eso: tiempo. En ese transcurrir del tiempo está nuestra obra, nuestro aporte, nuestro existir y también el legado que dejamos cuando el nuestro se agota. Por eso es tan valioso saber administrarlo, gastarlo de manera constructiva, saber que es un bien muy preciado, fugaz, y la base sobre la cual se edifica nuestra vida.
Es evidente que el tiempo se ajusta a las diferentes percepciones que cada uno tiene sobre él. Esta diversidad de interpretación es una construcción humana que influye de manera muy importante sobre la vida individual y colectiva. Cada persona tiene su tiempo, sus pausas, sus ritmos, y debemos saber relacionarnos dentro de esa gama de percepciones diversas.
En Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, leemos: –¿Podrías caminar un poco más rápido?– le dijo la merluza al caracol–. Hay un pulpo cerca de nosotros y me está pisando la cola.
Cuando predomina el reloj, el tiempo es una mercadería muy valiosa. La frase atribuida a Benjamin Franklin lo establecía claramente: el tiempo es dinero. En cambio, en culturas donde los acontecimientos establecen el tiempo y su valor, el comportamiento general es más flexible y las relaciones humanas ocupan un lugar preponderante. Tiempo y dinero se miden en forma separada.
Considero importante administrar correctamente el tiempo, no perderlo por falta de concentración o por su utilización en actividades poco fecundas. Podemos incorporar un “ritmo” productivo, con resultados eficaces y sin excesivo estrés, si aprendemos a hacerlo.
En ámbitos laborales, por ejemplo, es posible evitar la palabra urgente –que predispone a generar cuotas exageradas de adrenalina¬– si cada uno establece una relación con el tiempo más consciente, lógica y constructiva.
El Método DeRose nos brinda herramientas efectivas para entrenar la administración del tiempo, partiendo de una clara percepción que necesitamos incorporar: trabajar sobre lo que somos para hacer mejor lo que hacemos.

Edgardo Caramella

Consultor en Alta Performance – Método DeRose

Mirando miradas!!!

Siempre me llamaron la atención los ojos. Los hay brillantes, limpios, encendidos… también opacos, sin luz, distraídos… Y me detuve a pensar en la importancia de la mirada.

Y empezaron a llegarme borbotones de ellas, de ojos enamorados, sorprendidos, entristecidos, pasmados o pícaros. Expresivos o apáticos, vitales o sin brillo…

Y también me llegan alusiones que sobre los ojos, distintos autores, en textos o por variadas situaciones expresan palabras sobre la importancia de estos órganos… a la vía maravillosa de comunicación que encontramos a través de la simple mirada, o el arqueamiento de una ceja.

Una expresión en verdad intensa requiere la cooperación de los ojos. Mirar con fijeza y fulgor transmite poderosos mensajes.

En la mitología griega la Gorgona Medusa,  hermana mortal de Esteno y Euríale convertía en piedra a todo aquel que la mirara a los ojos. Si lo sabría Perseo que tuvo que valerse del reflejo de la Gorgona en su escudo para acercarse lo suficiente y decapitarla.

O el famoso Leonardo DaVinci, cuando se refería al ojo como la ventana del alma. Y San Mateo, cuando expresaba que el ojo era… la luz del cuerpo…

Y entonces, veo ojos, reveo miradas y comparo tantos conocidos, lindos, llenos de luz y que en poco tiempo se tornaron grises, apagados, desprovistos del brillo que la vida enciende. Me entristece…

Vuelvo a examinar las lindas miradas de los alumnos, de los colegas y no es casualidad.

En todos se ve la vida que brota, la llama que brilla, el Eros que se enciende e ilumina.

Ah, que fórmula maravillosa. Y miro mis ojos en el espejo y agradezco con felicidad. Y me comprometo a seguir enseñando esta cultura para que se enciendan muchas miradas…

Edgardo Caramella

Consultor en alta performance – Método DeRose

El mejor momento

gestion-tiempo  El tiempo es algo difícil de encasillar en una consideración.        Intangible, fugaz, relativo, valioso, flexible, ambiguo… Podríamos compararlo con un ave, que eternamente vuela.
El hombre, ha logrado medir el tiempo mediante tecnologías diversas y paradójicamente, como una venganza de quien no quiere ser apresado, el tiempo es quien ahora domina al hombre.
Regulado por el reloj, se ha transformado en una mercancía de mucho valor. Algo lineal y mensurable como en algún momento de la historia definió Benjamín Franklin al decir el tiempo es dinero.
Desde hace décadas se trabaja contra reloj, sin embargo, definiciones del recordado filósofo Heródoto ilustran una diferencia conceptual sobre el tiempo y la actividad productiva: decía el historiador de Halicarnaso que en aquellas épocas se medía al tiempo por lo que el sujeto producía y no lo contrario.
Como vemos, el tiempo es fugaz, vago, impreciso y de difícil captura. Con una clara apreciación, el genial Albert Einsten ejemplificaba: …cuando te sientas dos horas junto a una muchacha agradable, te parecen dos minutos. Cuando te sientas dos minutos sobre una plancha caliente, te parecen dos horas. Eso es la relatividad.
Este análisis del tiempo y su valor, me conduce al valioso momento especial para la comunicación. El instante preciso para interferir en la vida del otro. Puede ser por medio de una caricia, un abrazo, una mirada expresiva, una palabra aleccionadora, un llamado de atención, un consejo o tantas otras posibilidades como diversas son nuestras maneras de comunicarnos. Lo importante es sentirlo, tener la sensibilidad de percibir cuándo el receptor está permeable a aquello que estamos generando y transmitiéndole.
De nada valdrá insistir, y mucho menos si recurrimos a la agresión, la fuerza o la violencia. El receptor se bloqueará y construirá la más inexpugnable coraza que consiga. Como un antiguo fuerte medieval, levantará sus puentes levadizos, cerrará sus portalones y tratará de defender su posición con energía, sin analizar la naturaleza de lo que su paradigma está considerando un ataque.
Por ello, debemos desarrollar la sensibilidad del conocimiento correcto. De conocer al otro, de comprenderlo imaginando que somos él y descubrir qué siente.
En mis años de liderar grupos humanos, descubrí el valor del “mejor momento” para establecer contacto y lograr la verdadera comunicación. ¿Sabemos comunicarnos o estamos condicionados a imponer nuestras opiniones a ultranza? Para empezar, lo mejor es bajar la ansiedad y la emocionalidad que producen las elevadas expectativas. El paso siguiente, administrar la palabra que brota de nuestra garganta, alimentada por condicionamientos que impiden la certeza del análisis correcto.
Muchas veces habrá que aguardar el momento ideal. Otras, bastará simplemente incorporar una de las más poderosas tecnologías de avanzada: sonreír con sinceridad y esperar a que el puente baje y el portón se abra. Puedo asegurar que será más fácil que corazones y mentes establezcan sintonía. Todo grupo necesita aprender a generar vínculos inteligentes, de comprensión y de uniones constructivas. La Era de la Comunicación, es hoy.
Edgardo Caramella
Consultor en Alta Performance – Método DeRose
Presidente Federación método DeRose Argentina

Los valores como generadores de riqueza:

Hoy en día, la sociedad requiere de distribución más justa y equitativa de ingresos, de bienes, de servicios y condiciones de vida confortables. Es una transición interesante más visible desde el fin de la esclavitud y el inicio de la llamada era industrial.

Estamos en la era del conocimiento y la comunicación. Un proceso vertiginoso de cambio y aceleración, que confirma el recurrente e impreciso vaticinio de los futurólogos: todo cambiará. Las condiciones de vida y laborales, deben adaptarse a las necesidades humanas y viceversa.

Se precipita un cambio de sistema en donde la calidad de vida y la relación entre las personas estarán en un lugar más destacado.

Hoy es necesario tener en cuenta que las personas no son cosas o partes de una máquina productiva y comprender al hombre como un ser complejo e integral que posee necesidades que trascienden las elementales de comer, vestirse y procrear,  extendiéndose a un concepto de realización más amplio.

Sin embargo, el sistema conlleva una competencia feroz que a veces confunde y nos hace creer que es el comportamiento necesario y único de la naturaleza humana. Esto no es así, la competencia es una posibilidad que, bien utilizada, como en un enfrentamiento deportivo, puede ser positiva.

No estamos obligados por nuestra genética a matarnos unos a otros, aunque esto sea una alternativa posible. Sin embargo, estamos convenciéndonos de que lo único que vale es el objetivo, incluso hasta en el deporte.

Construimos un círculo, levantamos barricadas, nos separamos de los demás viendo que todos quieren apoderarse de algo que es nuestro y no deseamos compartir.

Nuestras actitudes y elecciones dependen de condicionamientos, a veces muy arraigados y que generan una tendencia comportamental que pensamos la única y a veces en forma preocupante: estamos convencidos de que es la mejor.

Cuando competimos, podemos hacerlo para superarnos y sin la necesidad de liberar un impulso asesino obligatorio. Puede haber ciertas tendencias, pero siempre tenemos la opción de elegir las formas que utilizaremos para obtener nuestros objetivos y metas.

Estamos en una sociedad en la que prevalece un alto egoísmo y valores  que implican codicia e intereses únicamente personales, solo ratifica que estamos ejerciendo la vida con valores incorporados desde niños.

Si miramos hacia otros grupos sociales y culturales podremos rescatar diferentes formas de relaciones humanas, priorizando la cooperación, la solidaridad, la confianza mutua, el incuestionable valor de la vida en todas sus formas, la tolerancia de la diversidad, la relación con la naturaleza y el cuidado ambiental. La aceptación de estos valores comportamentales solo será posible si se comienza a transmitir como Cultura social en los colegios, en la familia y principalmente como un ejercicio diario de compromiso de incorporación de estas premisas y utilizarlas personalmente en todo lo que realicemos.

Christian Felber, autor de Nuevos Valores para la economía, afirma que “cuando nos tomamos las absolutamente razonables molestias de dirigir nuestro comportamiento colectivo por leyes deberíamos poner el mismo cuidado en que estas leyes nos lleven en la dirección correcta – de las virtudes humanas – y no promuevan nuestros vicios y debilidades”.

Tenemos que volver a unir la actividad económica a los valores humanos, a la ciencia del progreso ligado a la capacitación, a la solidaridad, a la distribución que premia justamente a los que – individuos y empresas – utilizan e incentivan la honestidad, las relaciones humanas, la solidaridad, la voluntad de compartir, la unión.

Como un verdadero adelantado a sus tiempos, el escritor DeRose desde hace seis décadas, nos transmite técnicas y conceptos para entrenar y fortalecer  los valores que hoy ya se empiezan a buscar como el aire puro. Estamos frente a un agotamiento de las conductas y paradigmas que impiden al hombre ser más feliz, para lograr una mejor calidad de vida y generar más riqueza, como consecuencia de sus actos y no como meta sin importar los medios.

Instalemos la vocación de trabajar sobre lo que somos para hacer mejor lo que hacemos. Puedo afirmar que al hacerlo nuevas opciones irán surgiendo. Vale la pena intentarlo.

Edgardo Caramella

Consultor en Alta Performance – Mètodo DeRose

Director Edgardo Caramella y Asoc. SRL
Presidente Federaciòn Mètodo DeRose Argentina
Socio Rotary Club Bajo Belgrano

 

 

 

 

 

Los líderes y la comunicación

En los años que llevo desempeñando funciones de liderazgo, pasé por distintas organizaciones. En la El Conferencistamayoría de estos grupos sociales se utilizan códigosy normas muy diferentes de las que actualmente utilizo.
La experiencia, los años vividos y el Método que incorporé, me llevaron a reflexionar sobre la capacidad para comunicarnos con las demás personas. Comencé a preguntarme si sabríamos expresar lo que verdaderamente deseamos decir, si lograríamos poner nuestro mensaje en palabras claras y comprensibles. Y si tendríamos la capacidad de escuchar con objetividad, incluso lo que no nos agrada o nuestra emocionalidad nos impide aceptar.
Preguntas como estas –muchas de ellas retóricas– deseo compartir con mis colegas, para ayudar a obtener mejores resultados en el arte de comunicarnos.
Tengamos presente que la comunicación es uno de los ingredientes más importantes para hacer menos complicada nuestra vida. Matrimonios, familias, relaciones laborales, comunicadores sociales, políticos y prácticamente todas las actividades y personas están directamente bajo su influencia y dependen de ella.
Es posiblemente el mayor desafío que enfrentan los líderes en estos tiempos de adaptación y cambios. Uno de los errores más frecuentes es que se ocupan tanto de analizar, resolver problemas y coordinar acciones, que se olvidan de comunicar lo que está ocurriendo. Después se sorprenden porque sus comandados no adhieren fácilmente a las decisiones y planes adoptados.
A veces esto ocurre porque son líderes “paternales” que no confían plenamente en la capacidad de sus equipos y se hacen cargo de todo. En otros casos, consideran una pérdida de tiempo informar, sin darse cuenta de que la incomunicación impide la fluidez de todo proceso y, como consecuencia, deriva en menor efectividad y mayor riesgo de errores.
Pero lo que más me importa destacar es la situación del líder que, aunque comunica, es poco creíble. Existen algunos elementos para tener en cuenta como posibles causas de su escasa credibilidad:
El aspecto: apariencia, presencia física, vestimenta, aseo y lenguaje corporal.
El lenguaje: elección de las palabras, pronunciación, tono de voz.
La personalidad: autenticidad, sentido del humor, sencillez, carisma para abrir mentes y corazones.
El carácter: valores, integridad y un verdadero interés en las personas como seres humanos.
La competencia: coherencia entre lo que se transmite y el historial de resultados logrados.
Los verdaderos líderes se convierten en la cara o conexión humana de una organización. Ellos son los factores de conexión de las personas con los valores de ese grupo, empresa o corporación. Por lo tanto, la gran pregunta que debemos hacernos es: ¿actuamos de acuerdo con esos valores? ¿Logramos ser verdaderos comunicadores transparentes y portadores orgullosos de nuestros más profundos ideales? En otros términos, el principal respaldo de todo líder y comunicador es vivir en forma coherente con su mensaje. Ser honestos, éticos y verdaderos es una forma de conquistar poder. Esta actitud nos enaltece y nos hace crecer en forma individual y colectiva. Afirmarnos en estos principios es fundamental para nuestro presente y futuro.

El miedo a la libertad

Cada día lo vivo como una aventura del conocimiento y la observación de las conductas humanas.

La variedad de reacciones que tenemos ante los mismos hechos es realmente inconmensurable. En ese mosaico de reacciones, observo que hay un gran miedo, tal vez inconsciente, a un valor fundamental: la libertad.

Como decía Jean Jacques Rousseau, el hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado. Y justamente hacia esa línea de análisis dirijo mi reflexión. Al estado de libertad interior, absoluta, que supera grillos o cadenas de todo tipo.

Como las propias palabras limitan una de nuestras libertades, la de expresión, veamos qué podemos decir del concepto absoluto. Según los diccionarios de filosofía, ab solutus significa desligado de ataduras, algo que no depende de nada, que tiene su propia razón, causa y explicación en sí mismo. Para mí, una forma de referirse al Autoconocimiento.

Y aquí empiezan mis barullos internos cuando observo que la aspiración humana a ser libre, por la cual el hombre ha luchado y continúa haciéndolo, se resume en un solo recurso: imponer una libertad sobre otra.

Debemos reconocer que, como especie, vamos muy lento. En términos de paradigmas, emociones y reacciones, hoy somos un modelo antiguo, a pesar de la acelerada evolución tecnológica. Reaccionamos como hace miles de años, motivados por la ira o el miedo.

Y para fundamentar nuestras reacciones, necesitamos encasillar al otro dentro de alguna característica que lo diferencie. Su piel, su credo, su afinidad política, su simpatía deportiva. La sociedad resultante puede ser peligrosamente similar a la que describe George Orwell en su novela 1984.

Sin embargo, soy optimista y creo que el primer gran cambio necesario es volcar la atención hacia nosotros mismos. Conocernos más, saber si lo que hacemos es producto de una elección verdadera y consciente, o se trata de un hábito adquirido por herencia cultural y repetido sin analizar. A partir de allí podremos relacionarnos mejor con los demás.

El uso de técnicas surgidas en culturas milenarias, como dháraná y meditación, constituye una herramienta que nos permite reconocer nuestros condicionamientos, sostenerlos o modificarlos, si así lo deseamos.

Desde mi experiencia personal lo recomiendo. Vale la pena intentarlo. Tal vez aprendamos a ser libres entre seres libres.

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