Autor: edgardo (Página 28 de 29)

El poder técnico


Extraído de http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/180690-56481-2011-11-07.html

Por Soledad Vallejos

“Hay una confusión. Se cree que tiene que ver con el misticismo, con la actividad religiosa, con la actividad monástica, que es un retiro del mundo, que hay que abandonar todo e irse al Himalaya… Y no.” Lo dice Edgardo Caramella en medio de aromas a vainilla y sahumerios, sentado en un banco de plaza en un entrepiso al que trepan, por la escalera, los murmullos de una reunión antes de una práctica en la Sede Decana del Método DeRose que dirige. Hasta este banco rodeado de pequeñas plantas saludables, sin embargo, no llega el barullo imposible de una cuadra de Corrientes ahí nomás de Pueyrredón. Es un día de semana al atardecer.

–Bueno, no es casual que estemos acá. Ni hace falta todo ese alejamiento del mundo ni lo queremos. Está bien que salgas de una práctica en pleno Once. La meditación es una técnica, una herramienta. Te tiene que servir para vivir donde quieras, como quieras, para hacer lo que querés hacer.

Claro, dice, que así de sencillo como puede parecer en realidad la idea misma viene con trampa. “Para empezar hay que tener buena salud, buen estado físico, estar bien. Una persona que no está bien no puede concentrarse, que es el primer paso.”

–¿Y después de la concentración?
–Una persona entra en un estado psicológico y mental particular.

Caramella, que hace unos días estuvo dando una charla sobre el poder de la meditación a estudiantes de ciencias empresariales en una universidad privada, que coordina y hasta imparte él mismo prácticas de meditación en empresas (a pedido de las gerencias de recursos humanos), que no cree tanto en el veganismo como en el vegetarianismo, que es maestro (el grado de formación más alto al que puede aspirarse en esta escuela), habla de “intuición”. En realidad, refiere el objetivo como “un canal de intuición”, porque meditar “no es, como podríamos creer por lo que significa la palabra en español, reflexionar”. Tampoco es lograr una cierta abstracción. No. “Es detener la inestabilidad de la conciencia, que es más sutil que el pensamiento.” Entrenarse en la técnica, encontrarle la vuelta a esa herramienta, es llegar a bloquear esa inquietud que no cesa.

–¿Y cómo se sabe cuando se logra?
–Es claro: es un instante. No sabés nada y de golpe sabés.
Antes, hace diez años, tal vez más, se acercaban personas que habían pasado los 40, quizá por diez, veinte años. Ahora siguen anotándose, pero los jóvenes, entre 20 y 30 largos, son mayoría. Algo del orden de un mundo que cambia, cree Caramella, puede explicar esta nueva tendencia que se registra, al menos en Argentina, en todas las sedes de la escuela.

“La gente está necesitando calidad de vida, algo que mis padres, ponele, yo tengo 58 años, por ahí no. Eso antes estaba implícito: vos no pensabas si tenías poca o mucha calidad de vida. Existía. Pero hoy se busca; la gente se mata para conquistarla.” Por algo las empresas embarcadas en las nuevas políticas de recursos humanos ofrecen talleres de yoga y meditación a sus empleados, en el mismo horario de trabajo. Alcanza un break al mediodía, por ejemplo, para que casi todo el personal presente en el momento aproveche. “15 minutos por día todos los días damos en algunas empresas, por ejemplo. Los empleadores nos dicen que notan diferencias en el rendimiento. Y la gente también, claro. Pero algunas cosas sólo te las da la práctica constante, a lo largo del tiempo. Algunas cosas sólo se aprenden así: con constancia.”

–¿Y lo religioso?
–No tiene que ver con esto, no estamos dentro de una religión en particular. Podemos tomar lecturas de aquí y de allá en todo caso, pero no ser místicos. La meditación es una técnica que requiere años. Alcanzar ese estado de conciencia requiere años de inversión. Concentrarse, que es lo primero, es fácil. Pero la técnica, que te da energía, que te cambia positivamente inclusive lo biológico, hay que entrenarla. Después la usás como querés, para lo que querés.

La libertad, ese bien tan preciado

Mucho se ha escrito sobre esta palabra, mucho se ha hecho en nombre de este bien, muchos ofrendaron su vida para frenar el avance de aquellos que pretendían cercenar libertades de cualquier índole.

Himnos, marchas, canciones, poemas, esculturas, pinturas y diferentes manifestaciones artísticas  expresaron esa innegable necesidad humana de sentirse libre y luchar contra la opresión.

Nada de lo que nutre nuestra historia ha sido en vano. Esfuerzos y sacrificios nos permitieron construir una forma de vivir en donde existen más libertades y posibilidades.

Cuantos nombres quedaron grabados en mentes y corazones, como emblemas del sentimiento de “ser libres”.

Sin embargo, existe un concepto de libertad que es más profundo. Que trasciende los derechos sociales y las conquistas políticas. Es la libertad interior del hombre: esa conquista que solamente podremos obtener instalando la vocación de libertarnos de nuestros condicionamientos y que conlleva a  la superación.Un deseo anhelado por filósofos y pensadores de todos los tiempos y diversas culturas.

Albert Camus, el célebre escritor y ensayista que obtuviera el premio Nobel de literatura nos dejó una frase muy interesante: “La libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor.»

Desde este pensamiento, podemos afirmar que efectivamente la conquista de la verdadera condición de libre, el ser humano debe buscarla  desde el deseo de mejorar.

Instalando  la voluntad de modificar la raíz de los condicionamientos y paradigmas que nos llevan a actuar por inercia y no siempre por elección consciente.

No se entiendan mal mis palabras, no se trata de un pensamiento individualista para aislarse, recluirse o no participar de las causas justas y necesarias que nos permitan obtener mayores libertades sociales, por el contrario, la intención es estar totalmente integrados a la sociedad. Y justamente, para ser más útiles y solidarios, debemos ser más libres, auténticos y lúcidos.

No es fácil porque cada uno de nosotros es a la vez cincel y escultura. Somos nosotros mismos los que debemos observarnos, para superarnos, para construirnos cada día.

Como la práctica es mucho más valiosa que la teoría, hagamos un simple ejercicio: sentémonos cómodos, cerremos los ojos y hagamos un par de respiraciones profundas y nasales para aquietarnos. Primero el cuerpo, luego la respiración que empieza a ser más lenta y sutil. Gradualmente se irán aquietando las emociones y pensamientos.

Ya en este estado de mayor introspección  imaginemos que podemos observarnos a nosotros mismos, desde un plano más elevado. Veamos cómo transcurre un día de nuestras vidas. Que hacemos, que nos causa placer y que cosas no nos gusta hacer. Observemos nuestros hábitos y costumbres. En este momento la realidad adquiere otra dimensión, todo es pequeño, analizable y posible de cambiar o mejorar.

Algunas cosas están bien, pero tal vez no sean suficientes. Otras, las hacemos sin conciencia, sin haberlas elegido, sin placer.

Algunas obedecerán a elecciones realizadas y desearemos mantenerlas. Tal vez realicemos un trabajo que no nos gratifica y podamos recordar aquella cosa que nos apasionaba y que dejamos de hacer, pero siempre anidamos el deseo de retomar.

Observemos  nuestro cuerpo, nuestra forma física, nuestra salud general. ¿Está temporalmente olvidado? ¿Necesitamos ocuparnos más de él?

¿Y nuestra alimentación es inteligente y se adapta a nuestra actividad?

¿Podemos mejorar nuestra situación afectiva o familiar?

Elijamos algo para modificar o potenciar, sabiendo que esa decisión incidirá para mejor en nuestra calidad de vida y estaremos ejerciendo el derecho a nuestra libertad de elección, a construir la vida que verdaderamente deseamos vivir y que es el derecho de todo ser humano. La llave de tu libertad, está en tus manos.

Sin olvidarnos de la recomendación del Educador DeRose: La libertad es nuestro bien más precioso. En el caso de tener que confrontarla con la disciplina, si esta violentase a aquella, opte por la libertad.

Crónicas de viajes: Fortaleza (Brasil).

Y esta vez fue una escapada de fin de semana a la hermosa ciudad de Fortaleza, en el estado de Ceará, Brasil.

Fue un viaje largo –suficiente para comprobar la asombrosa extensión territorial del país hermano– hasta el océano Atlántico, bien al norte, allí donde el sol quema y el agua es clara y cálida, incluso en invierno.

Fue la primera vez, pero tuve de inmediato esa sensación de que volveré pronto, para conocer más, para adentrarme en su historia, para caminar por playas únicas donde la naturaleza se expresa por medio de esa mezcla de genes que generó un pueblo afectuoso, cálido y que tiene la sonrisa siempre presente, sin distinción de clases sociales o barrio en el que te encuentres.

Un crisol racial en el cual la fusión de aborígenes, portugueses, holandeses, africanos y otros dio un cautivante resultado.

Todo tiene su magia: un carismático vendedor de langosta que recita las bondades de su plato típico con crema de ajo, mientras sonríe y se pellizca la oreja con picardía; una cazuela humeante del increíble feijão verde; un anciano repentista (payador) que improvisa sus rimas con ojitos chispeantes y deseo de ganarse unas monedas; una bella joven de piel morena y ojos claros, andando felinamente entre los cultores de Febo, que calcinan su piel en la playa…

Fortaleza es la ciudad del bode Iô-io (chivo), votado en 1922 para ocupar un cargo público y hoy embalsamado en el Museo de  Ceará; es la ciudad que primero declaró la abolición de la esclavitud en el Brasil, y es allí donde el verano te acompaña todo el año.

Es grande el deseo de volver, de seguir haciendo amigos, de disfrutar de todo lo que ofrece la ciudad tan generosamente.

Gracias, Fortaleza… desde hoy te llevo conmigo.

DeRose: el saber que no envejece.

Comienzo a escribir estas líneas pensando: ¿DeRose tendrá vida eterna? Un fácil acertijo cuya respuesta, todos conocemos. Comparto esta pregunta con el deseo de generar una reflexión íntima al regresar de Sao Paulo, en donde una vez más tuve el honor de compartir tres días completos, lado a lado, con nuestro querido Educador.

Llegué el día viernes y me sumé a su vida dinámica y cargada de docencia, logrando sumergirme en actividades y momentos diversos, en donde siempre se rescata el ejemplo, la palabra justa, el silencio valioso y el afecto que llega de distintas formas. Con la espontaneidad y la simpleza propia de los grandes educadores.

En los momentos de esparcimiento también está presente el detalle aleccionador. Desde el restaurante especialmente elegido con delicadeza para compartir una sabrosa y agradable comida, hasta el paseo por el parque, disfrutando de las corridas de Jáya, su ángel peludo, como le gusta llamar a su compañerita. Todo está impregnado de un deseo de enseñar y compartir saberes que brotan con generosidad.

No hay comunidad, credo, disciplina o artesanía que no tenga sus Maestros y discípulos, sus profesores y aprendices. El conocimiento es transmisión. Los Maestros protegen e imponen la memoria. Los discípulos realzan, diseminan o traicionan la identidad del saber.

Es esencial estar cerca del Maestro, incorporar su estilo, su manera de andar por la vida, el uso en la práctica de los conceptos de nuestra Cultura. De esta forma, simple y natural, llegará a nuestros alumnos y personas queridas, como el agua de deshielo que se desliza desde lo alto de las cumbres nevadas.

Estoy en el avión, regresando a mi querida Buenos Aires, y sé que cuando los días vayan pasando sin poder estar a su lado recordaré estos días juntos, con un deseo creciente de volver a encontrarlo para que haya menos sombras y más luz. Nada más acertado que la definición de iluminador en lugar de iluminado, como le ha gustado definirse con justeza.

Escribo esto en la necesidad sincera de alertar a los alumnos e instructores, para que no pierdan tiempo, para que se aproximen a él, que participen de sus inspirados cursos y disertaciones, como así también que lleguen delicadamente hasta la frontera de su intimidad, a la cual y cuando la oportunidad sea propicia, podrán ingresar. DeRose, un manantial que está allí, para dar y perpetuar su saber en cada uno de nosotros.

Empresas inteligentes con personas inteligentes

Las empresas saben que deben cuidar su principal capital, su equipo de colaboradores. Las opciones son muchas, pero todas deben ser de fácil implementación, con costos accesibles y aceptadas por el personal.

Lo diferente en el abordaje de nuestra propuesta para cuidar al equipo de colaboradores es que constituye una visión práctica y efectiva. No se trata de teorizar sino, por el contrario, de estimular a los integrantes de la empresa a incorporar en su vida diaria técnicas y entrenamientos progresivos, que permitirán un mejor desarrollo de sus aptitudes, capacidades y calidad de vida.
Nuestro método es ideal para las personas dinámicas y realizadoras, y por eso brinda excelentes resultados en los sectores ejecutivos y empresariales.
Desde hace algunos años y con tendencia creciente, el método ha pasado a constituir un aporte de fundamental importancia al descubrirse que, a partir de su implementación, no solamente se lograba mayor bienestar, calidad de vida y administración del estrés sino que, además, ¡se generaba riqueza!
¿Por qué motivo presidentes, vicepresidentes y directores de grandes empresas interrumpirían su trabajo para meditar, respirar o entrenar su cuerpo en forma inteligente? Lo que ellos constataron es que dedicando algunos minutos a la práctica de estas técnicas en medio del día de trabajo, no solo reducían drásticamente las tensiones musculares, el estrés y la presión arterial, sino que también obtenían una eclosión de creatividad y rendimiento.
Es habitual que, durante la práctica, alguno de esos ejecutivos pida permiso y deje de practicar por unos instantes para hacer anotaciones. Lo que ha ocurrido en ese momento es un fenómeno conocido como intuición. Un descubrimiento de valor inestimable aflora al plano consciente del practicante. Es un flash intuitivo de sabiduría. Con ese conocimiento, él podrá elaborar estrategias novedosas y, mientras las demás empresas aún están gastando tiempo y dinero para realizar investigaciones de mercado y otras, la que aplica nuestras técnicas, ya estará a la vanguardia.
El brillo en la mirada, la buena disposición, la vitalidad, la creatividad, la buena forma corporal, la alegría contagiosa y la mejor comunicación son elementos que rápidamente afloran y permiten obtener rendimiento máximo con menor desgaste.
Claro que esto no es un proceso mágico, todo lo contrario: funciona si ejecutamos las técnicas, si practicamos y entrenamos. Si ponemos en práctica la gran cantidad de herramientas que nos permiten reeducarnos para tener una vida plena y productiva.
El programa para empresas está basado en un entramado de técnicas del SwáSthya Yôga y conceptos útiles, cubriendo un espacio vacío en el trabajo de prevención del estrés que va mucho más allá de la llamada gimnasia compensatoria, recurso ya utilizado en empresas.
Uno de los motivos que hace que el programa sea eficiente es el hecho de que el trabajador no necesita salir de su lugar de trabajo y no se requieren equipos especiales, instalaciones costosas ni demasiado espacio físico.
Los ejecutivos y empresarios que por razones laborales deben viajar con frecuencia, pueden mantener una rutina básica de entrenamiento en cualquier habitación de hotel, sin necesidad de gran espacio y utilizando técnicas que no producen cansancio y que les brindarán vitalidad y placer al ejecutarlas.
El método revierte la sensación de agotamiento y provoca una verdadera inyección diaria de vitalidad, alegría e interacción con los demás integrantes del equipo de trabajo. Es un cambio radical de atmósfera dentro de la empresa, lo cual representa una de las principales consecuencias de su implementación.
Recordemos no hacer una dicotomía entre el trabajo y el resto del día. La vida merece ser vivida siempre.

Lo esencial

Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo,

involúcrame y lo aprendo.

Benjamín Franklin

Estos últimos días fueron de exámenes. El fin de semana pasado se rindieron las evaluaciones escritas y este último viernes y sábado las pruebas prácticas.

Son días de plena inmersión en la tarea más importante: enseñar y aprender. Jornadas que se extienden desde la ocho de la mañana hasta el atardecer. Son muchas horas de atención para evaluar y ser evaluados.

Es la oportunidad de valorar y reencontrarnos con la ortodoxia del Método, preservando su característica de transmisión del conocimiento sin modificaciones.

Cada año, esta última fecha de exámenes se colma de instructores que revalidan y de alumnos nuevos que rinden por primera vez, vibrantes de entusiasmo por comenzar a enseñar.

Los más antiguos, que ya son instructores, aunque se trata de un momento en que deben mostrar sus capacidades y progresos, tienen la tranquilidad de saber cómo será la jornada. Generalmente es más la ansiedad por ver el desempeño de sus alumnos, que las cosquillas que les produce su propio examen.

Fueron muchas personas las que rindieron, que acompañaron, que integraron las cuatro mesas examinadoras que en forma continua y simultánea actuaron con solvencia para evaluar a los que se presentaron.

La Federación se constituyó en la sede Barrio Norte, que cuenta con instalaciones apropiadas para albergar a todos de manera cómoda. Debo hacer un párrafo aparte para el servicio de cantina que, bajo la batuta del Instructor Lucio, nos brindó variadas opciones de comidas y bebidas, que junto al infaltable mate y otras infusiones, nos acompañaron sabrosamente en todo momento.

Todo se desarrolló dentro de lo que es habitual, sin tensiones, en un excelente clima de compañerismo y de alegría, sin que esto perjudicara el profesionalismo, el buen desempeño y la preparación demostrada tanto por los que rindieron como así también por aquellos que tuvieron la gran responsabilidad de integrar las mesas examinadoras. Estuvieron presentes de manera notable dos importantes características de nuestra Cultura: alegría sincera y seriedad superlativa.

Ver a instructores y profesores dando excelentes clases y disertaciones o efectuando sólidas devoluciones en su función de examinadores, consecuencia de su crecimiento profesional, ser testigo de jóvenes que llenos de energía abrazan esta cultura para incorporarla a sus vidas y deciden transmitirla desde el rol profesional de instructores, me deja un caudal de sensaciones reconfortantes que oscilan entre la satisfacción del ideal cumplido y la renovación de los bríos para seguir con esta siembra, con dedicación y plenamente involucrados en el deseo de hacer un aporte a este mundo que compartimos.

Edgardo Caramella, Presidente de la Federación Método DeRose Buenos Aires

Adaptación

Cuando mi hermano tenía 16 años y yo 12, mi padre nos regaló un Ford T modelo 1925. Corría el año 1965 y ya en ese momento nuestro auto era una verdadera pieza de museo. Recuerdo que su techo era de lona, y el arranque se hacía por medio de una manija que había que girar varias veces y nos obligaba a hacer mucha fuerza. En lugar de caja de cambios, la poderosa máquina tenía un pedal que al presionarlo la ponía en movimiento y que luego, al mover una palanca ubicada frente al asiento delantero, bajaba las revoluciones del motor y con un sonido similar al de un pequeño tren, el bólido mecánico se lanzaba a su viaje.

Era muy notable, ya en esos tiempos, la diferencia de tecnología entre nuestro querido Ford y el resto de los vehículos de la década. Si salíamos a una ruta donde las velocidades eran mayores, la diferencia de potencia, agilidad, confort y seguridad con los demás vehículos era tan llamativa que
hacía casi imposible que pudiéramos circular por ella.

Fueron tiempos muy divertidos para nosotros, pero al recordar el vehículo y la época me dala impresión de que estoy retrocediendo a tiempos inmemoriales, como consecuencia de lavelocidad con que se han producido los cambios tecnológicos.

Este recuerdo me lleva a hacer una comparación entre el ser humano y los tiempos que vivimos. Podríamos decir que biológicamente somos un modelo muy antiguo en tiempos vertiginosos. Hoyresultaría imposible pensar en salir a una autopista con aquel querido Fort T; si lo hiciéramos, tendríamos una creciente sensación de estrés al ver que no es posible acompañar la velocidad del tránsito.

El homo sapiens actual habita en una sociedad que evoluciona tecnológicamente a ritmo vertiginoso, pero nuestra estructura biológica no se adapta a la misma velocidad sino que se mantiene como la de nuestros predecesores. La evolución humana requiere tiempos lentos para procesar adaptaciones que le resulten favorables a los cambios del medio ambiente en el cual se encuentra.

Suponer que esta dinámica se desacelerará es estar totalmente divorciados del mundo real y sus tendencias. Seguirá incrementando su velocidad y estaremos obligados a aprender mayor cantidad de cosas y con más rapidez. Y además, el conocimiento también es efímero y se esfuma enseguida.

Si queremos proyectarnos hacia el futuro, debemos ser fuertes, flexibles y adaptables. Saber cambiar nuestros paradigmas, aprender nuevas cosas a diario y compensar mediante entrenamiento el desfasaje entre nuestras capacidades y el vértigo de la vida cotidiana.

En mi opinión personal y desde mi experiencia de treinta años de estudio y práctica, considero que el Método DeRose es una alternativa muy eficiente para lograrlo.

Edgardo Caramella

Nuevas manifestaciones generadas por el estrés

Por Edgardo Caramella

La mujer llegó a la unidad coronaria con dolor de pecho y diagnóstico de infarto. A los 51 años, atravesaba una crisis de estrés, y era ese mismo trastorno el que los médicos identificaban como la causa del evento coronario. Pero al someterla a estudios exploratorios en busca del origen del infarto, los cardiólogos encontraron, para su sorpresa, que no había ninguna arteria obstruida.

Estaban frente a una variedad aún no descripta de una afección cardíaca llamada enfermedad de Tako-Tsubo en la que, víctima del estrés, una parte del corazón no se contrae al bombear sangre, lo que hace que la persona experimente el dolor característico del infarto.

“La enfermedad de Tako-Tsubo, llamada también cardiopatía inducida por estrés, fue descripta por médicos japoneses que observaron que pacientes con síntomas de infarto y cuyo electrocardiograma sugería un infarto, en realidad no tenían arterias obstruidas sino que el extremo del corazón se deformaba tomando la forma de un balón”, explicó a LA NACIÓN el doctor Fernando Botto, jefe de la Unidad Coronaria e Internación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).

Tako-Tsubo es una palabra japonesa que denomina a unos canastos que se usan para pescar pulpos, cuya forma se asemeja a la del corazón de quienes padecen esta afección, en la que el “embalonamiento” del corazón no se produce en su extremo, sino en el medio del ventrículo.

La descripción del caso fue publicada recientemente en la revista International Journal of Cardiology.

El caso relatado por los científicos constituye una de las tantas manifestaciones o reacciones que nuestro cuerpo utiliza para defenderse del ataque que le produce el estrés excesivo y constante.

¿Cómo prevenir esto? En primer lugar con una actitud diferente, tomar conciencia que estos procesos avanzan de manera progresiva, silenciosa, y cuando los síntomas nos llaman la atención, a veces ya es tarde.

El SwáSthya Yôga, Método DeRose, es una alternativa excelente para aprender a través de técnicas y entrenamiento, a administrar el estrés. No se trata de palabras, métodos nuevos que se encuentran en la fase experimental o tendencias new age.

Hablamos del Yôga Antiguo, con un bagaje de experiencia de más de 5.000 años. Una filosofía práctica que nos devuelve la fortaleza, el vigor, la conciencia y los demás atributos que son propios de la especie humana y que no utilizamos plenamente por falta de entrenamiento.

Técnicas de vocalización de sonidos y ultrasonidos, técnicas respiratorias, técnicas para limpiar el organismo en profundidad, más de 3000 técnicas corporales para conquistar flexibilidad, fuerza y resistencia, técnicas para aprender a relajarse a voluntad, concentración, meditación y otras, integran el vasto conjunto de posibilidades que posee el Método.

No esperes que el cuerpo te grite, escúchalo cuando te susurra.

Edgardo Caramella
Presidente de la Federación de Yôga de Buenos Aires (FIPPYBA)

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