El valor del tiempo

Ganar-tiempo

Es habitual que cuando algún bien comienza a escasear, su valor aumente en forma proporcional a la demanda. Esta realidad puede aplicarse no solamente a mercaderías y servicios, sino también a elementos más sutiles.
Observemos lo que ocurre con el tiempo. Menos tangible en comparación con objetos o elementos de la dimensión física, constituye sin embargo un elemento que marca nuestras vidas de manera sustancial.
Como decía Borges, el tiempo es la materia de la cual he sido creado. Y el genial escritor no se equivocaba en esta afirmación, porque somos eso: tiempo. En ese transcurrir del tiempo está nuestra obra, nuestro aporte, nuestro existir y también el legado que dejamos cuando el nuestro se agota. Por eso es tan valioso saber administrarlo, gastarlo de manera constructiva, saber que es un bien muy preciado, fugaz, y la base sobre la cual se edifica nuestra vida.
Es evidente que el tiempo se ajusta a las diferentes percepciones que cada uno tiene sobre él. Esta diversidad de interpretación es una construcción humana que influye de manera muy importante sobre la vida individual y colectiva. Cada persona tiene su tiempo, sus pausas, sus ritmos, y debemos saber relacionarnos dentro de esa gama de percepciones diversas.
En Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, leemos: –¿Podrías caminar un poco más rápido?– le dijo la merluza al caracol–. Hay un pulpo cerca de nosotros y me está pisando la cola.
Cuando predomina el reloj, el tiempo es una mercadería muy valiosa. La frase atribuida a Benjamin Franklin lo establecía claramente: el tiempo es dinero. En cambio, en culturas donde los acontecimientos establecen el tiempo y su valor, el comportamiento general es más flexible y las relaciones humanas ocupan un lugar preponderante. Tiempo y dinero se miden en forma separada.
Considero importante administrar correctamente el tiempo, no perderlo por falta de concentración o por su utilización en actividades poco fecundas. Podemos incorporar un “ritmo” productivo, con resultados eficaces y sin excesivo estrés, si aprendemos a hacerlo.
En ámbitos laborales, por ejemplo, es posible evitar la palabra urgente –que predispone a generar cuotas exageradas de adrenalina¬– si cada uno establece una relación con el tiempo más consciente, lógica y constructiva.
El Método DeRose nos brinda herramientas efectivas para entrenar la administración del tiempo, partiendo de una clara percepción que necesitamos incorporar: trabajar sobre lo que somos para hacer mejor lo que hacemos.

Edgardo Caramella

Consultor en Alta Performance – Método DeRose

1 comentario

  1. Leda

    ¡Me encantó!