Siempre me llamaron la atención los ojos. Los hay brillantes, limpios, encendidos… también opacos, sin luz, distraídos… Y me detuve a pensar en la importancia de la mirada.

Y empezaron a llegarme borbotones de ellas, de ojos enamorados, sorprendidos, entristecidos, pasmados o pícaros. Expresivos o apáticos, vitales o sin brillo…

Y también me llegan alusiones que sobre los ojos, distintos autores, en textos o por variadas situaciones expresan palabras sobre la importancia de estos órganos… a la vía maravillosa de comunicación que encontramos a través de la simple mirada, o el arqueamiento de una ceja.

Una expresión en verdad intensa requiere la cooperación de los ojos. Mirar con fijeza y fulgor transmite poderosos mensajes.

En la mitología griega la Gorgona Medusa,  hermana mortal de Esteno y Euríale convertía en piedra a todo aquel que la mirara a los ojos. Si lo sabría Perseo que tuvo que valerse del reflejo de la Gorgona en su escudo para acercarse lo suficiente y decapitarla.

O el famoso Leonardo DaVinci, cuando se refería al ojo como la ventana del alma. Y San Mateo, cuando expresaba que el ojo era… la luz del cuerpo…

Y entonces, veo ojos, reveo miradas y comparo tantos conocidos, lindos, llenos de luz y que en poco tiempo se tornaron grises, apagados, desprovistos del brillo que la vida enciende. Me entristece…

Vuelvo a examinar las lindas miradas de los alumnos, de los colegas y no es casualidad.

En todos se ve la vida que brota, la llama que brilla, el Eros que se enciende e ilumina.

Ah, que fórmula maravillosa. Y miro mis ojos en el espejo y agradezco con felicidad. Y me comprometo a seguir enseñando esta cultura para que se enciendan muchas miradas…

Edgardo Caramella

Consultor en alta performance – Método DeRose