zumbido

Desde niño comencé a percibir una especie de zumbido que no comprendía. Fui reconociendo que se presentaba con más intensidad cuando estaba entusiasmado con algo que quería realizar o emprender.

Era algo raro. No lograba definirlo con claridad, porque no era un sonido externo que podían escuchar mis oídos. Era una sensación interna, con diferentes niveles de intensidad de acuerdo al grado de entusiasmo que yo poseía.

No sentía temor o incomodidad cuando este zumbido aparecía; al contrario, me atraía, despertaba en mí la curiosidad y lo tomaba como un anuncio de algo positivo. Sin embargo, quería saber más sobre esa sensación que me acompañaba.

Cuando tenía aproximadamente ocho años, mi abuelo me llevó a la estación de trenes Rosario Norte a ver llegar y partir esos colosos de hierro y vapor. Allí estaban, ruidosos y humeantes como toros de lidia enfrentando al torero en una siniestra corrida. Desde mi perspectiva de niño adquirían una dimensión que me emocionaba profundamente. Tal vez por eso, nunca olvido esos paseos por la estación y las recurrentes explicaciones de mi abuelo Agustín que, a pesar de su paciencia, no alcanzaban para satisfacer mi curiosidad.

Y fue en esa observación cuando comprendí que la locomotora (en aquellos años a vapor) comenzaba a acumular energía hasta que fuera suficiente para mover las toneladas de peso de los vagones que arrastraba. Al ir aumentando esa energía, la máquina vibraba generando un zumbido creciente, hasta que el maquinista soltaba los frenos y el tren iniciaba su marcha.

Por primera vez empecé a tener parámetros para entender que lo que yo sentía era un fuerte entusiasmo. Un proceso surgido de la motivación y el deseo de conquista, que a su vez generaban energía para moverme hacia mi objetivo.

Hoy administro mucho mejor esa fuerza anímica que me empuja hacia la meta que deseo alcanzar. Aprendí por medio del uso de las técnicas y conceptos que nos proporciona DeRose Method que, si logramos concentrarnos en el objetivo y lo condimentamos con compromiso y convicción, nuestra fuerza se intensifica en forma inconmensurable.

Los años continuaron pasando y el zumbido sigue. Eso me alegra poderosamente, porque me hace saber que los entusiasmos están vivos y actuantes. Estoy seguro de que en vos, que estás leyendo, también hay zumbidos ligados a deseos positivos.

Mi consejo es que los dejes crecer para que se intensifiquen y generen la construcción de tus sueños más anhelados. Y cuando sientas ese hermoso zumbido que precede la acción, soltá los frenos y comenzá a andar. Si lo logramos, habrá muchos zumbidos que se unirán en un gran bramido que moverá a otros, disolverá paradigmas y será generador de construcciones liberadoras y personas más felices.

Hasta la semana próxima…