gratitud

Desde pequeño adopté la actitud de agradecer. La incorporación de la gratitud como conducta puede haber tenido sus raíces en el comportamiento de mi familia de origen. En especial recuerdo a mi madre transmitiéndome el mensaje positivo de ser agradecidos a la vida, expresando con alegría que debíamos actuar para retribuir en acciones concretas y cotidianas.

Ella era pintora, fundadora de una escuela de arte, y lo que más le gustaba eran los retratos. Habitualmente me encontraba en mi casa a mendigos a quienes invitaba para que fueran sus modelos vivos. Cuando le preguntaba por qué traía a esas personas a casa, me explicaba amorosamente que era una manera de brindarles cariño, una pausa en sus existencias difíciles. Una forma de expresar gratitud.

Es para mí una virtud misteriosa. No dudo del placer que se experimenta, pero soy consciente del gran obstáculo que se vence, y eso es superador. Lo lindo del sentimiento de gratitud es que le hace bien, en primer término, al que lo siente.

No debemos confundirla con adulación, obsequiosidad, mentira o ese “gracias” que dice por conveniencia el que espera recibir más. Es virtud cuando está ligado al cariño sincero, sin adquirir característica de trueque. Es el placer de sentir agradecimiento incluso manteniéndolo íntimamente guardado, sin necesidad de manifestarlo.

En DeRose Method la gratitud es un valor muy presente, inspirado en antiguas tradiciones. Es un precepto rector de conducta que se siente, se entrena y nos llena de orgullo. Está entre los conceptos que son parte de una reeducación comportamental positiva.

En nuestras escuelas la gratitud fluye sin imposición, de manera armoniosa, sin constituir un deber (no creo tanto en los deberes sino en lo volitivo). La valoramos porque creemos que se trata de un acto de excelencia humana. Tal vez por ello, la sociedad no ve con buenos ojos a los ingratos.

En muchos ya es un don que viene desde adentro; otros lo van desarrollando, incorporando con la simple experiencia de la convivencia con otras personas que también lo desean. Me emociona cuando algunos alumnos me expresan, con gratitud, que han incorporado “gratitud”. Se perciben en sus ojos chispitas de alegría y satisfacción.

Hago pública aquí mi gratitud a todos aquellos de los cuales aprendí, de manera formal e informal, porque sin ellos mi existencia sería más pobre y no gozaría de este bienestar que poseo.

Hasta la próxima semana.