Foto por Lumen

Recuerdo haber escuchado muchas veces, cuando era niño, la recomendación de los adultos: “tenés que terminar el secundario para obtener un trabajo bueno y seguro”. Era el paradigma que existía a comienzos de la década del 60. Este consejo ya no encaja en las perspectivas de futuro para todos los jóvenes que, en la actualidad, están buscando alternativas de progreso.

Los años sesenta fueron muy fecundos en gestos contraculturales. Se iniciaron muchos movimientos sociales. Surgían sensibilidades, valores e ideas que movilizaban a los jóvenes en todo el mundo.

A pesar de los embates y la resistencia de los que no querían ceder ante los cambios, muchas cosas ocurrieron y fueron causa de nuevas tendencias que siguen estando presentes. Querer negar u ocultar los paradigmas vigentes en este momento es imitar al avestruz, cuando mete la cabeza en un agujero ante el peligro.

En los distintos ambientes y estructuras, ya se trate de familias o de ámbitos corporativos, las personas quieren y necesitan sentir que son valiosas, expresarse y ser escuchadas, realizarse en todos los planos. La satisfacción de recibir un buen ingreso ya no es suficiente.

El cambio de necesidades es constante y sigue en evolución de una forma que a veces apabulla o crea incertidumbre. Las diferencias entre los que lideran ⎼generalmente de más edad⎼ y los liderados es muy amplia. Sin embargo, noto que el que posee más edad y mantiene una plasticidad integral que le permite entender las nuevas tendencias, adaptándose constantemente a ellas, genera vínculos productivos y muy fecundos con los jóvenes. Una clara confirmación de la opinión de Darwin: “no es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que tiene mayor capacidad de adaptación”.

Sin embargo, quiero destacar un punto que a mi criterio es de suma importancia, especialmente en los grupos de trabajo. Muchos líderes y responsables de tareas creen equivocadamente que el momento los obliga a ser permisivos.

Esto es un error de interpretación. Puedo asegurar que las organizaciones que rinden son las que sienten orgullo, tienen alta autoestima y saben que mediante su esfuerzo aportan al mundo que habitan algo que los trasciende. Esto se basa en la exigencia, en los límites aplicados con cariño, y no en la permisividad.

Si le toca liderar un grupo, obtenga autoridad real en mérito a su dedicación, a su conocimiento, a su coherencia e integridad. Escuche a todos, esfuércese por entender, acepte las mejores opiniones, tenga capacidad de autocrítica, tenga capacidad de autocrítica, tenga capacidad de autocrítica (no es un error, es tres veces importante), y tome las decisiones que intuitivamente perciba. Actúe siguiendo lo que le dicen el corazón y la intuición.

¡Hasta la semana que viene!