Foto por J.Kelly Brito

Al leer este título tal vez te preguntes qué relación puedo encontrar entre la gratitud y la actitud emprendedora. Es que, analizando la importancia que culturas y filosofías antiguas le asignaban a esta virtud, fui reconociendo que puede ser una fuerza poderosa, positiva y creadora. Me refiero a una gratitud desprovista de religiosidad, conectada con el simple reconocimiento inteligente de lo que poseo y lo que no tengo o deseo conseguir.

Para ejemplificar este concepto, dediqué unos minutos a confeccionar una lista de las cosas que poseo y aquellas que no tengo. Te invito a hacer este mismo ejercicio y te sorprenderás al observar cuánto mayor es la lista de cosas obtenidas o logradas, con relación a la de faltantes. Y en esto no incluí solo objetos materiales, sino también muchas de las buenas cosas que tenemos y no valoramos, justamente porque las tenemos. Desde salud hasta afecto…

Propuse hacer lo mismo a varias personas y siempre el resultado fue similar. Incluso, en todos los casos, reconocieron que a menudo lo que faltaba les impedía ver los logros obtenidos.

Antes que relaciones esto con una paralizante actitud conformista, quiero adelantarme aclarando que, por el contrario, ser consciente de lo logrado refuerza la voluntad para actuar y concretar nuevos logros.

Tal vez la gratitud sea la más sutil de las virtudes y por eso permanece bastante oculta. Es la más agradable de todas, una especie de don que cuando se desarrolla nos da siempre la posibilidad de ganar, porque nada se pierde por poseerla. Es una especie de eco que multiplica las otras virtudes, según afirma el filósofo francés André Comte-Sponville.

Los emprendedores, especialmente los más jóvenes, suelen tener una actitud de gratitud y solidaridad con el mundo que habitan, en el cual desean construir, innovar, generar una renovación positiva y en todo momento compartir el conocimiento con los demás.

En el mundo empresarial, los líderes deben poner en práctica la gratitud a través de actitudes cotidianas tales como escuchar las propuestas de innovación, compartir conocimientos, estar cerca de sus liderados, descubrir y potenciar sus talentos, compartir tiempo y generar lazos de amistad en forma independiente a los niveles jerárquicos. Debe ser una amistad entendida como alegría recíproca y no con sentimiento de deuda, dado que a los amigos no se les debe nada porque la relación es de ida y vuelta. Esta proximidad permite que el conocimiento y la innovación se multipliquen y circulen en todos los ámbitos, enriqueciendo a los individuos y a la empresa. Es un cambio de paradigma útil, necesario y generador de felicidad.

Soy un convencido de que vivir con gratitud estimula el hacer para retribuir y, como consecuencia inevitable, genera riqueza en todos los órdenes de la vida.

Gracias. Hasta la próxima semana.