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Si nuestra vida se construye sobre el eje de la transformación y el crecimiento, seguramente es válido preguntarse hasta dónde ese crecimiento constante es posible.

Podemos dirigir este interrogante en distintas direcciones, pero creo que las dos principales son: hacia el mundo que nos rodea y hacia nosotros mismos. Es esta segunda dirección la que más debería interesarnos, dado que si generamos un mayor autoconocimiento podremos entender y percibir de manera más clara y objetiva todo lo que existe.

En general vemos el mundo como somos, desde nuestra comprensión. Si crecemos en autoconocimiento, tendremos una comprensión ampliada de lo que nos rodea. Esta concepción del conocimiento está presente en escuelas filosóficas muy antiguas, que entendían al hombre como un ser complejo e integrado por diferentes cuerpos, en diferentes dimensiones que actúan en distintos planos de existencia universal. Un microcosmos que interactúa con un macrocosmos.

Por ejemplo, tenemos un cuerpo físico tridimensional, que existe y se manifiesta en tres dimensiones por medio de acciones físicas. Lo mismo ocurre con el emocional, el mental, el intuicional y otros cuerpos que nos componen y completan esta estructura compleja.

En general, parece extraño estar hablando de cuerpos del hombre, porque solemos simplificar lo que somos, pensando sólo en un cuerpo, el más denso, el que vemos, tocamos y reconocemos por medio de nuestros sentidos. Al comenzar a comprender esta estructura compleja -utilizando el más eficiente de los sistemas, que es empírico-, mediante técnicas eficientes favorecemos el proceso de conocernos y, en consecuencia, la aplicación de nuevos recursos en nuestra vida.

Por ejemplo, de la misma forma que entrenamos el cuerpo físico usando técnicas corporales, podemos lograr mayor administración de las emociones e incluso fortalecer la intuición, por medio de técnicas específicas.

Estamos hablando de capacidades humanas que están dormidas, o que simplemente no utilizamos porque no confiamos en ellas. La intuición es una de estas capacidades. Por estar culturalmente más ligados a lo que podemos denominar la caja de la lógica, si una situación no se ajusta a lo considerado lógico, la descartamos. Así vamos perdiendo la conexión con la intuición, que constituye una de las más útiles fuentes de creatividad y sabiduría.

Para este desarrollo de capacidades, el entrenamiento unilateral no es beneficioso. Si deseamos un estado de pleno desarrollo tendremos que entrenar no de manera fragmentada, sino en forma multi-integral y completa: todo lo que somos.

Hoy, los líderes y creativos más destacados ya han comprendido la importancia de desarrollar capacidades que, como la administración de las emociones, la concentración y la intuición, serán las principales herramientas de esta era de veloces adaptaciones.