Foto por Perry Grone

Es interesante observar cómo influyen los grupos en el comportamiento de sus integrantes. Habitualmente escuchamos expresiones de justificación tales como: todo el mundo lo hace así o la mayoría reacciona de esa forma.

No es algo trivial: personas que por sí mismas no actuarían de una determinada manera, porque lo consideran equivocado, lo hacen fortalecidos por el marco grupal.

Existe un principio llamado egrégora, que nos permite entender esta relación de fuerzas entre individuos y grupos. La palabra designa la fuerza generada por la suma de las energías físicas, emocionales y mentales de dos o más personas que se unen con un fin determinado. Todos los grupos humanos poseen sus egrégoras características, ya se trate de empresas, clubes, religiones, familias, agrupaciones políticas u otros. Son como cápsulas o campos de fuerza dentro de los cuales interactuamos.

Las egrégoras se van fortaleciendo y sus integrantes –que muchas veces desconocen el fenómeno- se ven inducidos a pensar y actuar en la misma dirección de las líneas de fuerza que caracterizan el fin que determinó su creación. En una palabra, los individuos tienen menos fuerza y son poderosamente influenciados por el grupo.

Cuanto menos conscientes sean los integrantes de esta fuerza y de su funcionamiento, más esclavos serán de ella. Por el contrario, al conocer su existencia las podrán utilizar a su favor.

Un líder debe saber que el grupo se alimenta de la energía de cada integrante; por lo tanto, si queremos cambiar una decisión grupal, no es inteligente luchar individualmente en contra de la egrégora, dado que siempre estaremos en inferioridad de fuerzas. La propia intensidad de la energía emocional utilizada para generar el cambio grupal, terminará alimentándolo. Por ejemplo, un grupo generado con fines violentos lleva a sus integrantes a cometer acciones alineadas con las emociones de esa egrégora. Los antiguos, conocedores de estas fuerzas, consideraban a las egrégoras como seres vivos, con voluntad y fuerzas propias.

En oportunidades en que me ha tocado desempeñarme como líder de un grupo, lo que me ha dado mejores resultados es el acercamiento a los integrantes desde una posición más horizontal, proponiendo una nueva alternativa. De esta forma, el fin determinado de la egrégora se modifica, el nuevo paradigma entusiasma y las energías colaboran para alcanzar ese resultado. Algo similar a derivar las aguas de un río hacia otra dirección.

Los líderes que conocen este proceso podrán evitar esfuerzos y enfrentamientos innecesarios, utilizando la intuición y la creatividad para orientar a los grupos en la dirección deseada.

Hasta la próxima semana.