desconectado

Desde hace tiempo escucho y leo en distintas fuentes informativas que estamos en la llamada Era de la Comunicación. La tecnología nos ha brindado la posibilidad de estar on line con todo el planeta mediante redes a las que accedemos con un simple smartphone o “teléfono inteligente”, las 24 horas del día.

Para mí, que viajo a distintas ciudades y países en forma constante, esta facilidad de conexión es de una gran ayuda. Puedo conversar con nuestras familias y personas queridas por medio de audio e imágenes en tiempo real y acceder a una enorme gama de posibilidades en lo laboral y profesional.

Sin embargo, en forma paralela a estos avances, observo que esa creciente conectividad no contribuye a entendernos mejor. La dispersión que genera la exagerada y constante atención a tantos estímulos produce un gasto de energía que nos resta capacidad para concentrarnos y comunicarnos de verdad con el otro.

En antiguas filosofías y tradiciones se entendía que para comprender había que tratar de “ser el otro”, estimular la capacidad de descubrir cómo sentía aquel con quien tratábamos de comunicarnos. Percibir una constelación de micro-señales que espontáneamente emiten y reciben los que dialogan sobre un tema determinado.

Existe una corriente energética, una vibración entre ambos, hormonas que se activan, aromas que se perciben, diferentes aspectos sutiles que nos indican el grado de emocionalidad del otro. Detalles que enriquecen, amplían y sinceran la comunicación cuando estamos frente a frente.

El neurocientista Uri Hasson nos explica en una disertación TED que en el diálogo se establece una conexión neuronal. Un grupo de investigadores observaron que, ante una misma historia, los que la escuchaban tenían similares reacciones en sus cerebros. Una especie de armonía se generaba en la actividad mental ante el relato. La explicación es una alineación de los cerebros como consecuencia de las palabras, del tono de voz, de la manera de expresarse, del contenido y de otras variables sumamente sutiles. La investigación nos demuestra que uno solo de estos elementos fragmenta la comprensión, y en cambio la suma de los aspectos que intervienen en el diálogo personal favorece el entendimiento.

Tenemos que recuperar el arte de la comunicación personal. Hacerlo desde el placer y el deseo de estar vinculado a otro ser humano. Recordemos que los otros también nos definen y que aprendemos a través de cada vínculo.

Según mis observaciones en empresas y diversos grupos, la comunicación es uno de los aspectos más importantes sobre los cuales se debe trabajar para mejorar. Comunicarse por teléfono o computadora no da los mismos resultados que mantener un diálogo personal. Es al estar frente a frente cuando se establece una conexión profunda y fértil para pensar y sentir con la cabeza del otro, en forma coincidente con lo que nos dice la filosofía y ahora la ciencia. Si estamos en la Era de la Comunicación, no olvidemos el diálogo, el café con amigos, la cena sin prisa. Sumemos todas las posibilidades para poder entendernos más y obtener mejores resultados. En mi experiencia personal, para resolver alguna situación, prefiero siempre preparar una buena comida y mantener un diálogo en el cual se involucren todos los sentidos y podamos mirarnos a los ojos.

Hasta la próxima…