Enseñando DeROSE Method

Uno de los puntos que genera debate en los ámbitos laborales es cómo organizar un grupo de trabajo que efectivamente funcione y no sea generador de conflictos o caos.

En primer lugar, tenemos que tener en cuenta lo que se considera costo institucional, que está directamente relacionado con el llamado gasto de coordinación. El equipo se genera para producir resultados; en consecuencia, es una inversión.

Hoy, como los costos de comunicación intergrupales se han reducido por los avances tecnológicos, hay que revisar los modelos institucionales que existen y poner en grado de mayor relevancia los valores humanos.

Aún se observa en las organizaciones la elaboración de organigramas que construyen departamentos o áreas que actuarán en el caso de contingencias, pero que en muchos casos no son útiles, dado que las situaciones a enfrentar son cambiantes e imprevistas.

En lugar de construir instituciones paquidérmicas y lentas, lo más útil es llevar los problemas a los individuos y no los individuos a los problemas. Esto se logra si despertamos el sentido de colaboración y la solidaridad secreta entre los integrantes, que consiste en ayudarse sin que sea necesario que los superiores del área intervengan o lo perciban. Es un alto grado de compañerismo que refuerza la camaradería, los valores positivos y el ideal.

Este sentido de colaboración reemplaza costos económicos para la institución, favorece resultados y genera a nivel humano un vínculo de pertenencia que se expande y engrandece a los integrantes. El espíritu de colaboración está presente en la mayoría de las personas: es necesario favorecer su desarrollo.

Esta manera de trabajar requiere también un esfuerzo para adaptarse a modelos más flexibles, dado que, si la persona colabora por propia voluntad y no por imposición, tenemos que aceptar, dentro de los límites de la buena convivencia, las formas en las que se siente más cómodo el que coopera, y no querer imponer un determinado y único paradigma. Tal vez parezca confuso; sin embargo, es la mejor manera para descubrir talentos.

Los que lideran y optan por estimular la cooperación deben aplicar el recurso más transformador y eficiente: la docencia. El que sabe más transmite sus conocimientos a los que poseen menos experiencia y, después, permite implementaciones más libres y creativas para lograr los resultados.

De esta forma se trabaja con metas y en paralelo se desarrollan maneras de alcanzarlas más flexibles e intuitivas. Los grupos que logran esta sinergia laboral ahorran dinero y horas preciosas de trabajo de planificación, teniendo en cuenta que en la actualidad nos enfrentamos a situaciones cambiantes y nuevas, que debemos ir encarando a medida que ocurren.

El antiguo condicionamiento de zanahorias y palos quedó atrás. Los grupos bien integrados prevalecen. Ya no interesa tanto qué buen colaborador es cada uno

individualmente, sino qué importante es la máquina que se llega a construir mediante la contribución de todos. Así, se comparten los logros y los problemas, y se alcanza una distribución de potencia más acertada, que trae riqueza y bienestar.